Administremos
el buen tiempo.
.-Un hombre
decidió pasar algunas semanas en un monasterio de Nepal. Cierta tarde entró en
uno de los numerosos templos de la región y encontró a un monje sentado en el
altar, sonriendo.
Le preguntó por
qué sonreía. «Porque entiendo el significado de los plátanos», fue su
respuesta. Dicho esto, abrió la bolsa que llevaba, extrayendo de ella un
plátano podrido. «Esta es la vida que pasó y no fue aprovechada en el momento
adecuado; ahora es demasiado tarde.» Enseguida, sacó de la bolsa un plátano aún
verde, lo mostró y volvió a guardarlo. «Esta es la vida que aún no sucedió, es
necesario esperar el momento adecuado. «Finalmente tomó un plátano maduro, lo
peló y lo compartió con él. «Esta es la vida en el momento presente. Aliméntate
con ella y vívela sin miedos y sin culpas.
Esta anécdota
me fascinó, sentí que este ejemplo cabía perfectamente en el crítico momento
que estamos viviendo.
La mayoría
estamos asustados no por lo que pueda pasarnos con el “covi”, sino por lo que
pudiese suceder a algunos de nuestros seres queridos, dolor entrañable que resulta
a veces casi imposible de superar.
Desde que nací
amé intensamente a mi padre. Recuerdo que mucho antes de que sucediera, pensé
en el momento en que Dios lo mandara llamar y lo alejara de mi lado. Cuatro
décadas de felicidad pasaron para que inesperadamente un infarto le quitara la
vida. Me sentí morir, pasó más de un año para que aceptara su ausencia, no del
todo por supuesto, pero si lo suficiente para retomar el camino.
¿Pero qué
sucedió después? Dios ocupó su lugar en mi corazón. Desde aquel doloroso suceso
mi espíritu se fortaleció, aquella débil criatura cambió por completo. Las
personas que me rodeaban adquirieron un enorme valor, conocí la humildad al
aceptar su voluntad.
Hoy tenemos
miedo ante lo que se presenta, estamos desesperados por salir a la calle, por
asistir a frívolas reuniones, por malgastar el dinero en compras innecesarias,
por aparentar lo que no somos.
Dios nos está
dando la oportunidad de tiempos mejores a través de duras lecciones, pero todo dependerá
del cristal con el que veamos este renacimiento.
Aprovechemos
el tiempo que tenemos, vivamos con verdadero amor las relaciones personales,
amemos a la pareja, a los hijos a todos con los que convivimos, conocidos y
desconocidos, hagamos todo el bien que podamos, compartamos nuestros bienes con
los más necesitados.
Leí en un
libro saturado de sabiduría que: Dios otorgó la inteligencia a los seres humanos para que trabajaran y se enriquecieran
pero, con el propósito de que compartieran esos bienes con los desposeídos, jamás
para que con codicia los acumularan.
Esta
desafortunada pandemia nos ha obligado a despedir por igual a seres queridos
sean pobres o ricos. Disfrutemos el buen tiempo en nuestro diario vivir;
cantemos, bailemos, riamos, abracemos y amemos, porque los días malos llegarán en
cualquier momento.
…! Dios nos
proteja ¡
Antonieta B. de De
Hoyos
4/1/20
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