¿Qué me pasa mientras
medito?
Cuando me inicié en el
camino de la superación personal, decidí elaborar mis propios programas de radio
y artículos para la prensa, para ello tuve que leer muchos libros con diferentes temas ya que debía acrecentar mis conocimientos,
para poder sacar mis propias conclusiones sobre el diario acontecer.
Fue en uno de tantos
libros, que por primera vez me relacioné con la práctica de la meditación, mi
curiosidad me llevó a introducirme en ese mundo casi mágico de la reflexión.
Desde entonces aunque no tan a profundidad, hago una pequeña meditación cada anochecer
al acostarme, yo lo considero como un recuento de las acciones realizadas que me permite evaluar y saber con exactitud mis
aciertos y errores.
Desafortunadamente aún existe
mucha gente que no realiza esta práctica, porque ignora que meditar mejora la
calidad de vida y del sueño reparador, a veces hasta equilibra la medicación
por enfermedad crónica.
La sensibilidad
artística y creativa de las personas se perfecciona, al igual que la salud
psicológica con marcados efectos benéficos sobre trastornos de ansiedad, depresión,
estrés y fobias. Las migrañas, el insomnio y el estrés disminuyen
considerablemente, la rehabilitación luego de sufrir accidentes se recupera de
manera increíble, al igual que en el caso de adicciones.
Los estudios realizados
sobre la meditación, aseguran que a través de ella se adquiere el poder de
cambiar nuestro cerebro, porque activa algunas zonas asociadas a los
sentimientos de empatía, compasión y amor altruista.
El miedo se reduce y
ayuda a detener el proceso cancerígeno. La
alta presión sanguínea se aleja sin importar edad y lo mejor, las personas que la
practican viven más y son más felices. Durante la meditación nuestra esperanza
se engrandece, el estado de relajación previo al sueño se eleva, dándonos una
sensación de unión entre el cuerpo y la mente. La meditación le da calidad a
nuestro pensamiento en el cerebro y mejora nuestra salud.
En la actualidad los
médicos quieren saber cuánta meditación se necesita para renovar la salud,
porque aunque no soluciona todo, si es un hábito que vale la pena cultivar.
Al meditar no se
requieren posturas legendarias como nos muestran en la tele, ni recitar mantras
orientales. Lo más importante es darnos cuenta que no estamos adorando a
ninguna deidad, no es un acto religioso, se trata solo de estar conscientes de
lo que se siente y se vive en ese preciso momento.
Después del ajetreado
día, es requisito indispensable para meditar un espacio tranquilo, acostumbrar
un horario lejos de ruido, dejar de lado las prisas y los compromisos para después cerrar los ojos, respirar profundo y gozar
a plenitud la existencia.
Escribo lo anterior
porque eso es lo que siento cada vez que medito, la oscuridad se desvanece para
dar paso a mis oraciones y así con esa serenidad, ver con alegría el amanecer de
otro nuevo y bendito día.
Antonieta B. de De
Hoyos. 5/1/19
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