miércoles, 8 de mayo de 2019


No son los golpes ni las caídas.
Nada en el mundo sustituye a la perseverancia ni siquiera el talento, por  esa razón hay infinidad de personas fracasadas poseedoras de grandes talentos. El temperamento, el ingenio y la educación tampoco lo logran; basta con ver a nuestro alrededor para darnos cuenta de que el mundo está lleno de personas educadas, pero indecisas.
Estamos obligados a reconocer que la perseverancia, es la cualidad que distingue a las personas exitosas y que por ello debemos admirarlas, el único inconveniente es que un alto porcentaje de estas, se rinden casi para llegar a la meta.
La gente frustrada se justifica diciendo que no triunfa por falta de habilidades, por su escaso talento, por no tener los recursos necesarios, incluso señalan que el carecer de preparación fue el obstáculo número uno, para no terminar lo empezado.
Perseverar quiere decir permanecer de manera constante en lo que se inicia, a pesar de las dificultades que se presenten en el camino. Perseverar es un vocablo  griego que indica  continuar sin distracciones, agarrarse firmemente a lo que se desea obtener.
Lo más seguro es que todos en algún momento de nuestra vida, hayamos escuchado historias de hombres y mujeres perseverantes, personajes ilustres que existieron entre los antepasados de muchas familias, hombres y mujeres que brillaron en su época al alcanzar el éxito. Dicen por ahí, que todos tenemos un tío rico, ese que gracias a su honradez y tenacidad tuvo a bien acumular riqueza.  
Recuerdo que mi madre nos contaba, que un señor se había hecho rico vendiendo cacahuates en una esquina muy transitada, le costó años perseverar en sus ventas, soportando frio y calor se hizo de una extensa clientela. Pasado el tiempo colocó su flamante negocio en un edificio ubicado en la misma esquina, pues gracias a su constancia alcanzó el éxito.
Ser perseverante es un hábito que se aprende y se desarrolla  desde la infancia y adolescencia, nunca llega de la noche a la mañana,  no se compra ni se vende. Se adquiere a través de experiencias negativas y pequeños fracasos, es en esos momentos, cuando las cosas no son tan fáciles como las habíamos planeado, que seguimos adelante porque estamos convencidos de que así debe ser.
Es probable que nuestras ideas no agraden a los demás, que sean muchos los que no quieren compartir riesgos con nosotros, pero si estamos seguros de lo que queremos no debemos claudicar.
Sin lugar a dudas la fe es la base de la perseverancia. Nuestra fe es la confianza de que en verdad sucederá lo que esperamos; es lo que nos da la certeza de las cosas que no podemos ver pero que intuimos están por venir.
Nunca olvides que no son los golpes ni las  caídas lo que marca nuestro futuro, es nuestra perseverancia la que nos pone de nuevo de pie. Por esa razón ¡Insiste!
Antonieta B. de De Hoyos                            5/8/19

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