No son los golpes ni
las caídas.
Nada en el mundo sustituye
a la perseverancia ni siquiera el talento, por
esa razón hay infinidad de personas fracasadas poseedoras de grandes talentos.
El temperamento, el ingenio y la educación tampoco lo logran; basta con ver a
nuestro alrededor para darnos cuenta de que el mundo está lleno de personas educadas,
pero indecisas.
Estamos obligados a reconocer
que la perseverancia, es la cualidad que distingue a las personas exitosas y
que por ello debemos admirarlas, el único inconveniente es que un alto
porcentaje de estas, se rinden casi para llegar a la meta.
La gente frustrada se justifica
diciendo que no triunfa por falta de habilidades, por su escaso talento, por no
tener los recursos necesarios, incluso señalan que el carecer de preparación fue
el obstáculo número uno, para no terminar lo empezado.
Perseverar quiere decir
permanecer de manera constante en lo que se inicia, a pesar de las dificultades
que se presenten en el camino. Perseverar es un vocablo griego que indica continuar sin distracciones, agarrarse firmemente
a lo que se desea obtener.
Lo más seguro es que
todos en algún momento de nuestra vida, hayamos escuchado historias de hombres
y mujeres perseverantes, personajes ilustres que existieron entre los
antepasados de muchas familias, hombres y mujeres que brillaron en su época al
alcanzar el éxito. Dicen por ahí, que todos tenemos un tío rico, ese que gracias
a su honradez y tenacidad tuvo a bien acumular riqueza.
Recuerdo que mi madre
nos contaba, que un señor se había hecho rico vendiendo cacahuates en una esquina
muy transitada, le costó años perseverar en sus ventas, soportando frio y calor
se hizo de una extensa clientela. Pasado el tiempo colocó su flamante negocio en
un edificio ubicado en la misma esquina, pues gracias a su constancia alcanzó
el éxito.
Ser perseverante es un
hábito que se aprende y se desarrolla desde
la infancia y adolescencia, nunca llega de la noche a la mañana, no se compra ni se vende. Se adquiere a
través de experiencias negativas y pequeños fracasos, es en esos momentos, cuando
las cosas no son tan fáciles como las habíamos planeado, que seguimos adelante porque
estamos convencidos de que así debe ser.
Es probable que
nuestras ideas no agraden a los demás, que sean muchos los que no quieren
compartir riesgos con nosotros, pero si estamos seguros de lo que queremos no
debemos claudicar.
Sin lugar a dudas la fe
es la base de la perseverancia. Nuestra fe es la confianza de que en verdad sucederá
lo que esperamos; es lo que nos da la certeza de las cosas que no podemos ver
pero que intuimos están por venir.
Nunca olvides que no
son los golpes ni las caídas lo que marca
nuestro futuro, es nuestra perseverancia la que nos pone de nuevo de pie. Por
esa razón ¡Insiste!
Antonieta B. de De
Hoyos 5/8/19
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