¡Quiero envejecer con dignidad!
No quiero luchar contra
el tiempo, sé que ya no soy la misma de antes, ni en apariencia ni en agilidad.
Quiero envejecer sin tener que disimularlo cubriendo mis canas y alisando mis
arrugas.
Pero hay momentos en
los que me da por presumir de una
energía juvenil que ya se ha ido y es cuando uso pantalones entallados, blusas deportivas
y maquillaje de lo mejor. Fue esa inseguridad la que me llevó a investigar en
el internet, la forma de no alterarme por culpa del paso de los años. Quiero
envejecer tranquila, aceptar la perdida de la juventud con decoro.
Pero, para lograrlo, me
recomiendan no usar tenis ni pulseritas de hilos de colores como las muchachas,
tampoco comprar prendas llamativas y de ser posible, hacer un alto a las dietas
para adelgazar, seguir únicamente las prescritas por el médico para conservar
la salud.
No más horarios de
ejercicios extenuantes, ni caminatas kilométricas, ahora debo dejar que la
línea de la juventud se vaya diluyendo, sin caer en las extravagancias de usar
licras y botas altas.
Y si de todos modos voy
a envejecer, lo mejor será que encuentre la manera de disminuir esos molestos
dolores musculares, que se presentan por las mañanas.
“Antes muerta que
sencilla” dice el refrán, lo que significa que debo estar alerta para cuando aparezcan esos molestos vellos en el
rostro y eliminarlos de inmediato, porque tampoco se trata de dar lástima.
La caída del cabello aunque
no es un grave problema comparado con una enfermedad terminal, si daña la
autoestima, razón poderosa que obliga a tratar de disimularlo, pero pelo que se va ya no regresa.
Es indispensable controlar
las emociones y aunque dicen, que de viejo se tiene derecho a disfrutar del
amor, no hay que exagerar en las demostraciones de afecto en público.
De lo que si estoy segura es de que no haré lo que no hice de
joven, adiós a los accidentes o quebradura de huesos que me condenen al reposo
por el resto de mis días. Todo lo contrario, consumiré calcio y cloruro de
magnesio para fortalecer mi organismo, tomaré leche deslactosada, consumiré Omega
3 y mi suplemento vitamínico, sin olvidarme de mi dosis de vitamina E y las
píldoras que recomiendan para fortalecer la memoria.
En lo personal, estaré
al día en mi comunicación con Dios. He llegado a la edad en la que ya no me invitan a fiestas, ahora
mis salidas se reducen al supermercado, la iglesia y a saborear una vez al mes,
un delicioso almuerzo con amigas entrañables.
Yo sé que Dios no
cumple caprichos, pero le suplicaré qué me abra las puertas del cielo con una muerte dichosa, a una edad en la que
aún me valga por mí misma. De aquí en adelante ya no habrá exigencias, mi
corazón estará lleno de agradecimiento hacia el Creador y hacia las personas
que en su momento me han brindado amor.
Antonieta B. de De
Hoyos 1/16/19.
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