¡Vida nada me debes!
Dicen los que saben que
el secreto de vivir bien, está en saber
tomar a tiempo buenas y sabias decisiones, que es el arte de reconocer que la
decisión que tomas hoy determinará tu mañana.
Por eso es muy
importante visualizar desde muy jóvenes el futuro y aunque parezca cosa de
juego, es necesario que los padres platiquen con sus peques sobre lo que les
gustaría ser de grandes con ejemplos muy claros pero sin olvidar fomentarles
primero, que todo trabajo honrado siempre les conducirá a la vida buena.
Las educadoras en los jardines de niños
muestran a sus alumnos a través de láminas de colores, los oficios y
profesiones más comunes que realizan las personas adultas; policía, soldado,
bombero, médico, enfermera, ingeniero, abogado, maestro, etc.
Desafortunadamente muchos
de estos niños crecen sin ninguna motivación, no saben para donde van, son
indiferentes al camino que pudiera tomar su vida, todo les da igual aunque al
final no les guste lo que encuentran.
Lo cierto es que el mañana
o el futuro dependerá siempre de la decisión que tomemos en el presente, debemos
grabar en nuestra mente que las personas exitosas tomaron decisiones claras y
definitivas, porque la indecisión significa fracaso.
Lástima que el temor a
fracasar nos lleve a permitir en varias ocasiones que otros sean los que decidan,
por creer que de esa manera mi fracaso fue por culpa de ellos. De ahí que
muchas personas culpen a los padres, al conyugue, a los hijos, a los amigos que
les aconsejan de lo acontecido.
Estamos convencidos de
que la vida es hermosa y que es el esfuerzo personal lo que corona el éxito,
por eso que en cada amanecer al abrir los ojos empezamos a decidir, “me levanto o no, voy o no voy, lo
hago o no lo hago, llego a tiempo o llego tarde, o no llego” y así hasta el anochecer cuando decidimos acostarnos
y descansar. Es en esas benditas horas del día cuando ejercemos nuestro libre
albedrio y con suma sensatez evaluamos los resultados, ahí nos felicitamos por
el acierto o aprendemos del error.
Nada ni nadie determina
nuestro éxito o fracaso, la felicidad o la infelicidad; porque cada uno es el
responsable de su destino. Es cierto que algunas decisiones traen penas, dolor,
angustia, ansiedad, preocupación, estrés, pero también hay otras positivas que
dejan satisfacciones, ilusiones y a veces hasta riqueza. De todas maneras
dentro de ese espacio de incertidumbre, siempre encontramos las oportunidades
que pueden convertirnos en triunfadores.
Al tomar una decisión no nos detengamos a ver qué es lo
que la vida nos ofrece, mejor vayamos
con alegría en busca de la vida que queremos, visualicemos el futuro y por
supuesto también las consecuencias.
Vayamos despacio, con
cautela, atentos a escuchar a nuestra
conciencia y a usar atinadamente nuestra inteligencia, porque la vida nada nos
debe, ella tan solo se limita a transportarnos en este diario bregar.
Antonieta B. de De
Hoyos 10/17 /18
No hay comentarios:
Publicar un comentario