miércoles, 10 de octubre de 2018


Marcha contra la irresponsabilidad.
El anuncio de la despenalización del aborto ha descontrolado por entero a la sociedad, y aunque en lo personal no estoy de acuerdo con esa disposición legal, si creo que con ella se dará paso a que cientos de personas sin escrúpulos, se liberen de un ser inocente que no pidió venir en esas terribles circunstancias.
Desafortunadamente el número de niñas, adolescentes y mujeres jóvenes embarazadas va en aumento, negativa actitud que además contribuye a la sobrepoblación del planeta. Claro que es necesario y urgente educar en la responsabilidad, pero no solo a las mujeres sino a toda la familia, comenzando por los padres que dentro de su ignorancia se tornan permisivos, dejando a sus hijos en completa libertad para realizar actividades de alto riesgo.
Primero fue la inocentada de los “juevebebes, después los bebeviernes y ahora los sabadrinks”, los que han llevado a millones a las barras de los bares para culminar años después en un tremendo alcoholismo.
Pronto esta promoción al vicio de la bebida se hizo extensa a las mujeres, por lo que hoy es normal que en esos lugares ellas beban a la par con los varones. Para completar el cuadro, llegan las telenovelas y películas con imágenes de sexo tan explicitas, que despiertan los instintos de manera prematura en los  adolescentes, los que como  abejas a la miel buscan experiencias más intensas.
De repente en las preparatorias y universidades la pregunta de moda fue ¿eres virgen? La privacidad se vio invadida con la sugerencia de las más atrevidas.
Probablemente me ayudó mi profesión de educadora, porque al darme cuenta de estos cambios drásticos en la sociedad, decidí platicar a temprana edad con mi hija sobre su desarrollo físico y mental que la llevaría a convertirse en toda una mujer, sin faltar las recomendaciones que creí pertinentes sobre la forma en que debería protegerse de las malas amistades.
Años más tarde conversé con mis adolescentes varones, a lo mejor fui muy dura con ellos, pero les advertí que si se involucraban en un embarazo, dejarían de disfrutar de sus privilegios juveniles y responderían como hombres; se irían a vivir a su nueva casa o, con la familia de la novia. 
Es verdad que las madres debemos inculcar principios y valores en los hijos, pero también el padre debe respaldarlos mostrándose rígido en el manejo de sus conductas. En un embarazo inesperado también él es responsable, por no haberles enseñado a su debido tiempo la enorme responsabilidad que exige el engendrar.     
 Alguna vez leí que nuestros antepasados valoraban en mucho la nobleza, la sangre, la estirpe de la familia y que lo más deshonroso para un hombre era no saber dónde la había sembrado.  
Por eso creo y aseguro que despenalizar o no el aborto no es tema social, porque vivir la vida buena como Dios manda  radica en nosotros, en la educación que con esmero demos en el hogar.
Antonieta B. de De Hoyos                            9/10/18

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