miércoles, 24 de octubre de 2018


Di no a la comercialización.
Amor, nostalgia y espiritualidad, es lo que nos ofrecen los últimos tres meses del año que está por terminar y si he de ser sincera, me disgusta sobremanera la forma tan brusca y frívola, como se provoca en la sociedad la necesidad de comprar.
A mí me encanta octubre por ser el mes del rosario y el inicio de la tradición de los 46 rosarios a la Virgen, noviembre me sorprende con el día de los santos difuntos y con el inicio del bello tiempo de Adviento, que en sus cuatro domingos previos a la navidad nos invita a reflexionar profundamente, sobre nuestra fe y las virtudes que podríamos haber olvidado en nuestro diario caminar.
Diciembre es lo máximo, comenzamos con el novenario a la Virgen de Guadalupe para enseguida iniciar los rosarios de la aurora ofrecidos al Niñito Jesús. El broche de oro es la oración en la Nochebuena, algunos acuestan al niñito Jesús en sus casas otros van al templo, y con esa devoción dentro del pecho llegamos al amanecer del 25 plenos de felicidad, listos para disfrutar la temporada navideña.  
Esto es en cuanto a nuestras tradiciones religiosas, porque también tenemos otros momentos muy humanos durante la nochevieja, cuando reunidos en familia oramos agradeciendo al año lo que nos ha dejado, aunque a veces la tristeza nos invada. Es en ese repiqueteo de campanas anunciando las doce, cuando despedimos agradecidos al que se va y recibimos llenos de amor, alegría y  esperanza al que recién llega.
Comenzamos enero con  la epifanía y la llegada de los Reyes magos, personajes que deberíamos imitar pues a pesar de ser poderosos en la tierra, se postran con humildad ante el Hijo de Dios.
Desafortunadamente los comerciantes aprovechan la sensibilidad en el ambiente social, para ofrecer sus baratijas al menor precio, los restaurantes sus comilonas y las agencias de viajes alguna playa exótica. Por internet nos muestran artículos muy bonitos elaborados con los símbolos navideños, el pinito, las esferas, la corona de adviento, el pesebre y más, que sirven de ornato en los hogares.  
Nuestro mejor propósito debe ser grabar en la mente y en el corazón de los niños la esencia de estas festividades. A mí en lo particular me gustan las cartitas infantiles dirigidas al niño Jesús, porque en ellas primero agradecen las bendiciones y después con respeto piden y aceptan lo que se les pueda conceder.
Hoy el mundo nos enfrenta a situaciones cada vez más estresantes, urge que retomemos la fe en nuestra doctrina cristiana, no hablo del servicio muy respetable de los sacerdotes, sino de lo que creemos y sentimos dentro del alma. 
Qué tal si recordamos los Diez Mandamientos, el Padrenuestro, el Avemaría y asistimos con regularidad al templo con el deseo de escuchar y poner en práctica la Palabra de Dios. Acerquémonos a la confesión y a la comunión, porque estar preparados para cuando seamos llamados, debe ser nuestro propósito más amado. 
Antonieta B. de De Hoyos                                  10/ 24/18

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