Di no a la comercialización.
Amor, nostalgia y
espiritualidad, es lo que nos ofrecen los últimos tres meses del año que está
por terminar y si he de ser sincera, me disgusta sobremanera la forma tan
brusca y frívola, como se provoca en la sociedad la necesidad de comprar.
A mí me encanta octubre
por ser el mes del rosario y el inicio de la tradición de los 46 rosarios a la
Virgen, noviembre me sorprende con el día de los santos difuntos y con el
inicio del bello tiempo de Adviento, que en sus cuatro domingos previos a la
navidad nos invita a reflexionar profundamente, sobre nuestra fe y las virtudes
que podríamos haber olvidado en nuestro diario caminar.
Diciembre es lo máximo,
comenzamos con el novenario a la Virgen de Guadalupe para enseguida iniciar los
rosarios de la aurora ofrecidos al Niñito Jesús. El broche de oro es la oración
en la Nochebuena, algunos acuestan al niñito Jesús en sus casas otros van al
templo, y con esa devoción dentro del pecho llegamos al amanecer del 25 plenos
de felicidad, listos para disfrutar la temporada navideña.
Esto es en cuanto a
nuestras tradiciones religiosas, porque también tenemos otros momentos muy
humanos durante la nochevieja, cuando reunidos en familia oramos agradeciendo
al año lo que nos ha dejado, aunque a veces la tristeza nos invada. Es en ese
repiqueteo de campanas anunciando las doce, cuando despedimos agradecidos al
que se va y recibimos llenos de amor, alegría y
esperanza al que recién llega.
Comenzamos enero
con la epifanía y la llegada de los
Reyes magos, personajes que deberíamos imitar pues a pesar de ser poderosos en
la tierra, se postran con humildad ante el Hijo de Dios.
Desafortunadamente los
comerciantes aprovechan la sensibilidad en el ambiente social, para ofrecer sus
baratijas al menor precio, los restaurantes sus comilonas y las agencias de
viajes alguna playa exótica. Por internet nos muestran artículos muy bonitos elaborados
con los símbolos navideños, el pinito, las esferas, la corona de adviento, el
pesebre y más, que sirven de ornato en los hogares.
Nuestro mejor propósito
debe ser grabar en la mente y en el corazón de los niños la esencia de estas
festividades. A mí en lo particular me gustan las cartitas infantiles dirigidas
al niño Jesús, porque en ellas primero agradecen las bendiciones y después con respeto
piden y aceptan lo que se les pueda conceder.
Hoy el mundo nos enfrenta
a situaciones cada vez más estresantes, urge que retomemos la fe en nuestra
doctrina cristiana, no hablo del servicio muy respetable de los sacerdotes,
sino de lo que creemos y sentimos dentro del alma.
Qué tal si recordamos
los Diez Mandamientos, el Padrenuestro, el Avemaría y asistimos con regularidad
al templo con el deseo de escuchar y poner en práctica la Palabra de Dios. Acerquémonos
a la confesión y a la comunión, porque estar preparados para cuando seamos
llamados, debe ser nuestro propósito más amado.
Antonieta B. de De
Hoyos
10/ 24/18
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