Por qué las parejas ya no
quieren tener hijos.
En la actualidad ha ido
en aumento la cantidad de parejas que ya se plantean no tener hijos, obligados por el futuro que nos ofrece
el cambio climático. Y aunque es una teoría que aún no consta de demasiados
estudios que la avalen, ya empieza a circular un extenso reportaje repleto de
testimonios personales.
Hombres y mujeres
consideran que dadas las previsiones de futuro que existen debido al cambio
climático, no es sensato traer más niños al mundo. A la fecha solo hay una
organización que estudia y recoge evidencias, sobre la manera en que esta
afirmación afecta a la reproducción humana y aunque no se trata de un
impedimento físico, si lo provoca la proliferación de anuncios alarmantes que alteran
la cotidianidad.
Estas informaciones
influyen mucho en personas jóvenes y adultas, al momento de decidir ser padres
o no. Algunos piensan que traer un bebé al mundo en estas condiciones es una
irresponsabilidad, porque ya somos
demasiados los habitantes. Las multitudes, la contaminación y la escasez de recursos
naturales son la prueba.
Otros deciden no tener
hijos por el miedo a las penurias futuras que les esperan, si se confirman los peores
pronósticos. Hay quienes llegan a desafiar su religión y en lugar de
reproducirse mejor adoptan. Una gran mayoría opta por tener un solo hijo para
no contribuir a la sobrepoblación, pero también están aquellos que deciden tener
otro para que el primero no viva solo en un mundo hostil.
Dios dijo: “Creced
y multiplicaos” poderoso mandato que programa a los humanos para la
procreación aunque muchos lo niegan, pero se ha comprobado que en nuestros
genes se encuentra el don de la paternidad y de la maternidad, solo que ahora
el instinto de supervivencia conduce a proteger a los hijos de los horrores futuros.
También se nos ordena “Proteger
la creación” y eso es lo que
hemos descuidado. Lo que realmente apremia, es ejercer la tarea de educar a las
generaciones venideras en el respeto y cuidado del medioambiente. Labor que se
toma muy en serio en los estudios que realizan
numerosos países, relacionados con la caída de la natalidad.
La vida laboral y
familiar se ha complicado, la exagerada promoción a la vida frívola nos induce
a relegar deberes, a crecer en el desconocimiento total de los valores éticos,
morales y lo más triste a olvidarnos de Dios; factores que influyen mucho a la
hora de decidir engendrar o no.
Lo peor es vislumbrar un
mundo de adultos mayores, donde no habrá mano de obra ni cuidados amorosos para
los ancianos, obligados además a vivir en un espacio de silencio donde no se
escuchen las risas y llantos de los niños. Creo que llegó la hora de despertar
y educar, para recuperar al ser humano y
a su planeta.
Antonieta B. de De
Hoyos 5/30/18
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