Las Siete Reglas del Gallo.
Por
Antonieta B. de De Hoyos. 10/7 /17
Hoy, es uno de esos días en
los que te sientes feliz sin saber por qué, por eso al sentarme frente a mi computadora, me
encontré con este artículo que me hizo sonreír aún más.
Comienza enfatizando que
nunca debemos de decir que no servimos para nada, primera frase que me fascinó, porque
todos debemos estar convencidos de que para Dios todos servimos, aunque no sea
siempre para lo mismo. Por eso, si Dios empleó a un simple gallo para recuperar
a un misionero como Pedro, con mayor razón puede usar a cualquiera de sus
criaturas, incluidos nosotros para lo que necesite. Pero lo que más me sorprendió, es que en este pequeño artículo
se refiriera únicamente a siete reglas y que éstas se le adjudicaran
a un gallo:
Regla número uno.- El gallo se
levanta bastante temprano, lleno de optimismo y de inmediato realiza la tarea
que Dios le ha confiado…cantar.
Regla numero dos.- El gallo no
se niega a cantar porque existan ruiseñores o mejores trinos en otros picos,
hace lo que puede con lo que mejor sabe.
Regla número tres.- El gallo,
sigue cantando, a pesar de que nadie le eche porras ni se lo agradezca. De vez
en cuando pasa algún zapato volando por sobre su cabeza, enviado seguramente
por algún trasnochador, pero eso no lo mortifica, porque reconoce que aun- que
no es de su agrado, lo recibe como una gran enseñanza…“no esperar nada de nadie”.
Regla número cuatro.- El gallo
despierta a los que duermen, lo que convierte a su tarea poco aceptable, pero
sí muy necesaria.
Regla número cinco.- El gallo
da buenas noticias y la mejor es que está a punto de amanecer, precisamente
cuando Dios ofrece a los que se despiertan, un nuevo día por estrenar, saturado
de maravillosas oportunidades.
Regla número seis.- El gallo
es leal, cumple su tarea con fidelidad, se puede contar con él siempre, hasta
en los días nublados es un excelente guardián de las horas.
Regla número siete.- El gallo
jamás se queja de tener que hacer siempre lo mismo, sabe cambiar los tonos de su canto para no caer en
la rutina, por supuesto que no espera que lo feliciten o que alguien tome en
cuenta su presencia, el lleva la satisfacción del deber cumplido en su corazón,
porque sabe, está completamente seguro de que todo lo que haga, si lo hace con
amor, será una ofrenda para Dios y no para los hombres.
Con pequeños arreglos de mi
inspiración hice esta adaptación, a uno de tantos bellos y emotivos mensajes
cristianos que recibo a diario. Sencilla narración, que nos lleva a una
reflexión profunda que puede transformar nuestra cotidianidad. A veces la
rutina nos asfixia porque nos olvidamos de que lo que hacemos es para Dios, y
que Él siempre nos lo agradece
enviándonos sus bendiciones.
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