De verdad, que és difícil.
Por Antonieta B. de De Hoyos 10/ 21/17
Dicen los que saben, que el
mundo de hoy es bastante catastrófico, conflictivo, a veces tan espantoso que
provoca terror; lo peor es que hacemos muy poco por modificarlo. Los seres
humanos, somos por naturaleza religiosos respecto al credo y conocimientos
dogmáticos de una entidad divina; lo que incluye creencias, ritos y prácticas.
También sabemos que toda religión tiene como único fin el bien, la moralidad,
el hacer las cosas correctas y la
caridad, sentimiento que nos invita a amar al prójimo.
En México, una mayoría de la
población somos católicos, otro gran porcentaje es cristiano, y el resto
manifiesta diferentes doctrinas, pero todas persiguen lo mismo: alcanzar la grandeza humana que nos asemeje
a Dios. El problema es que en las prisas y compromisos, nos olvidamos de
esos maravillosos principios, y sin
darnos cuenta nos alejamos de lo que debe ser la vida diaria en una sociedad de
calidad, dejamos de fomentar la
cultura de la familia y de la comunidad como iglesia.
Los liberales, los políticos
y los ideólogos, tratan de imponer la libertad de género, el derecho a decidir
sobre nuestro cuerpo, (aborto y preferencias
sexuales) y otra serie de “libertades”,
que no van de acuerdo con la libertad de culto religioso en las escuelas.
No es bueno para el niño ni
para el joven, estar en medio de dos mundos, el que tiene de formación
espiritual en casa, y el que recibe en la escuela. Por supuesto que
existen instituciones que unifican, pero
la mayoría de las veces se ven obligadas a disimular esta formación, por
exigencia de los gobiernos.
La sociedad actual quiere
libertades, quiere derechos, exige tolerancia, demanda respeto, pero la verdad
es que en la medida en la que el ser humano se aleje de la moral, de la
religión, de las creencias naturales, jamás alcanzará su perfección y se
involucrará en graves problemas.
Hay que aceptar que por
negligencia, hemos perdido la fuerza y el ejemplo que se requiere para promover
las virtudes humanas y espirituales, por eso la familia y la iglesia ya no son
atractivas, ni necesarias, ahora a nadie le interesa aprender a vivir en
armonía, desde el niño hasta el anciano odian todo lo relacionado con reglas.
Lo curioso es que Dios si es
indispensable y lo buscamos siempre, por todo y para todo, hasta los ateos lo
imploran en algún momento. Esa es la incongruencia, “Dios sí nos es indispensable”,
pero las instituciones que lo mencionan no, por eso buscamos pretextos y
culpables para desechar lo importante y preferir lo pasajero.
Hoy, nos aterra comprometernos, formar
una familia, conservar una única pareja, tener vocación religiosa, ser
participativo en la iglesia. Resulta más divertido vivir en el despilfarro y la
violencia, aunque después suframos las consecuencias. De verdad es difícil,
pero tenemos que formar personas integras y comprometidas que salven al mundo.
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