miércoles, 11 de octubre de 2017

 ¿De qué manera amas a tus hijos?
Por Antonieta B. de De Hoyos.                                                         Octubre /14/17                        
   Tus hijos no tendrán éxito gracias a lo que hayas hecho por ellos, sino a lo que les hayas enseñado a hacer por sí mismos, en sus primeros siete años de vida. Esta es una reflexión que me impactó, porque por lo regular los padres nos sentimos muy orgu- llosos, de lo que durante años hemos hecho por los hijos, unos hasta se ufanan de haber sacrificado su juventud y madurez, al servicio de ellos.
   Con las prisas de la modernidad, por el afán de tener y parecer, nos olvidamos de qué, más importante que los bienes materiales, son los valores morales y religiosos que les hayamos inculcado. Si en tiempos pasados nos sorprendía y hasta molestaba, ver algunos niños y adolescentes comportarse mal en los lugares públicos, en la actualidad esa cantidad se ha multiplicado y lo peor, es que los padres y la sociedad entera acepta- mos estas faltas como parte de la modernidad que nos agobia.
   Hemos llegado al colmo de la permisividad, ya vemos como natural que estos niños y jóvenes sean agresivos, groseros, vanidosos, ambiciosos: libertinaje que conduce al temido bullying. Creemos que esta conducta es consecuencia de lo que ven en el internet, la tele y películas, corriente imposible de parar, que desalienta a los padres y los vuelve pasivos, a veces hasta complacientes. No los regañan, porque ignoran como disciplinar- los.
   En la actualidad, miles de adolescentes caen en drogas, desobedecen a las autoridades, son encarcelados y llevados a correccionales, a centros de rehabilitación donde intenta- rán corregir las malas costumbres y la carencia total de vida espiritual.
   Para nuestro infortunio, mueren prematuramente en enfrentamientos con la policía al involucrarse en bandas delictivas y por sobredosis, provocando un terrible dolor a los familiares.  
   Hoy la moda es exigir libertades y derechos, pero se  olvida que para garantizarlos se  requiere haber crecido dentro de una vida de calidad, esa que solo se logra gracias a la buena educación recibida desde la cuna. Es preciso educar al niño, para que no llore el hombre.
   Algo que a simple vista carece de importancia como: tender su cama, recoger su ropa y juguetes, ayudar en los quehaceres de la casa, cumplir con sus tareas escolares, respe- tar a sus maestros y adultos mayores, aprender a obedecer con gusto las órdenes recibidas, parecen acciones comunes, pero en realidad son vitales para que una persona crezca en armonía y viva una juventud y madurez libre de problemas.

   El mal comportamiento de los hijos, afecta a la sociedad entera, urge que aprenda las reglas de cortesía que les permitan una sana convivencia. 
Hay dos injusticias que un hijo puede sufrir: “recibir un castigo por algo que no cometió, o salirse con la suya a pesar de que ha actuado mal”. 

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