¡Dios me dio más de lo que podía manejar!
Por Antonieta B. de De Hoyos 3/25/17.
A veces nuestra fe en Dios es tan grande, que llegamos a creer que
todo lo que pasa en nuestra vida lo permite Él, por eso nos confiamos a que
nunca serán penosas y que de presentarse las superaremos con facilidad.
Pero eso no es así, a veces sí nos da cosas que resultan imposibles de
manejar, por eso es incorrecto pensar que jamás recibiremos o nosotros mismos
con nuestra imprudencia, no provocaremos algo imposible de solucionar.
¿Quién no ha sufrido la pérdida irreparable de un ser querido, una
crisis económica, un accidente, incendios, inundaciones, robos, asaltos,
desempleo, enfermedad? La verdad es que durante toda nuestra existencia la
adversidad está al acecho y, es ahí cuando en nuestra desesperación, sentimos
que Dios nos está dando más de lo que podemos resistir.
Cuando las contrariedades nos abruman nuestra espiritualidad se pone a
prueba, pero aunque sea mucho el dolor
que sentimos, jamás debemos pensar que Dios está jugando con nosotros, Él nos
está enviando tan solo advertencias.
Lo malo es que en esos momentos de dificultad, no sabemos qué hacer y
buscamos desesperados una ayuda terrenal que fortalezca, y haga sentir que
tenemos todo bajo control. Soberbia
actitud que en la mayoría de los casos nos impide ver con claridad lo que debemos hacer y lo que Dios
quiere que hagamos.
No se trata de enfrentar solos estas pruebas, sino de apoyarnos en Él
y reconocer que es el único camino para salir adelante.
Llegará ese día en que
de repente las condiciones se tornen duras, nos quedemos sin aliento, confusos
y en total oscuridad.
Para entonces, la clave de la paz en nuestras horas de angustia es
rendirse ante Dios, es entregarse por completo, es esperar un milagro, es
pronunciar con infinito amor: ¡Señor confío en ti!
Cuando Dios permite una situación así, ya tiene una solución y aunque
muchos lo duden, cada instante de nuestra vida forma parte de un plan divino.
Dios está presente hasta en la ausencia de todo. Apóyate en Él. Búscalo. Confía en
su voluntad.
No caminemos solos, pidámosle que nos acompañe, Él está listo para
aliviar nuestra carga tan pronto como decidamos entregársela.
Confía en Dios de
todo corazón y no cometas el error de apoyarte en esos difíciles momentos, en
tu peculiar inteligencia.
Aprovechemos esta cuaresma para fortalecer nuestro espíritu, porque
sólo confiando en Él, podremos superar cualquier experiencia por más terrible
que nos parezca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario