jueves, 29 de septiembre de 2016

¿Quieres ser feliz?
Por Antonieta B. de De Hoyos                                        oct./1/16

Hace ya varios años que leí uno de los libros de Daniel Goleman “La inteligencia emocional” y de verdad que tuvo gran impacto en mí. En la actualidad sus obras son muy apreciadas en las grandes empresas, en las universidades y en la sociedad como cultura general. 
Ahora cuando se oferta un empleo, ya no es indispensable medir el CI (Cociente Intelectual), del solicitante sino el CE (Cociente emocional), por ser este el que controla el comportamiento cotidiano.
Dado el clima de violencia que se vive en el mundo, es indispensable hacer un profundo examen de conciencia y reconocer que nuestro mal comportamiento, es consecuencia de la deficiente educación emocional recibida en los primeros años, tanto en el hogar como en la escuela. 
Enseñar a relacionarse, hablar, escuchar, comunicarse, tomar decisiones acertadas, ser capaz y estar dispuesto a afrontar los problemas que les presente la vida, es un arte que exige una excelente educación en las emociones. 
Despertar la sensibilidad en las personas para reconocer sentimientos propios y ajenos, saber expresarlos, ponerse en el lugar del otro siendo empático, aprender el lenguaje corporal que permite interpretar sentimientos y saber cómo comportarse, solo a través de la educación. 
El ser honesto con uno mismo y con los demás, para no ofenderse por cualquier cosa, sirve para encontrar la diferencia entre chismes, hechos, opiniones y comentarios despectivos.
Es humano equivocarse y rectificar, pero también aprender del error, disculparse y perdonar, tener una mente abierta a nuevas ideas y opiniones, sin buscar la perfección. 
Procurar la salud, dormir bien, alimentarse sano, hacer deporte, mantener buenas relaciones, provoca una actitud positiva ante la adversidad y la soluciona.
Rodearse de gente alegre y sensata, saber decir no, poner límites cuando se requiere, defender los valores ante todo, decir lo que se siente y se desea, respetando sus derechos y los de los demás, conduce al equilibrio emocional. 
Al valorar lo que se tiene y evaluar la vida, -amistades, trabajo, nivel económico- aunque no haya sido lo esperado debe ser satisfactorio.
El estrés y la ansiedad disminuyen cuando se deja atrás el pasado, se cierran etapas y se vive el presente sin miedo al futuro. 
Es importante reconocer virtudes y puntos débiles, porque cada día hay que reinventarse cuando los cambios  y las cosas fuera de control, se presentan y obligan a cambiar pensamientos, forma de ser y creencias.
El tiempo de trabajo, ocio y estudio debe estar bien controlado para marcar horarios, planificar tareas, definir objetivos y cancelar todo lo que signifique pérdida de tiempo. 
Hacer lo que te apasiona y darlo como regalo a los demás es gratificante. La felicidad llega cuando se saben manejar las emociones y elegir cómo sentirse en cada situación. 
“Quien  vive a plenitud es porque lo aprendió”.









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