miércoles, 21 de septiembre de 2016

¿Sabía usted que todos podemos ser objetores de conciencia? 
Por Antonieta B. de De Hoyos                                sept. 24/16.   
Cierta tarde, cuando de manera distraída veía el internet, me encontré con este interesante artículo. Cuenta que en el año 2007, cuando se despenalizó el aborto en el Distrito Federal (ahora Ciudad de México), se preparó una gran red hospitalaria que constaba de 18 unidades financiadas por ese mismo gobierno, y según estadísticas dos años después ya se habían practicado en ellas 25 mil abortos, lo raro es que, de forma inesperada,  de un total de 285 médicos, 250 presentaron objeción de conciencia.
¿Qué significa objeción de conciencia? Es el derecho que toda persona tiene a negarse a realizar algo que va contra sus principios, - en este caso los médicos a practicar un aborto -, acción que se convirtió habitual en esa gran ciudad y aunque la ley de cualquier estado del país no lo contemple, debe respetarse.
Sabemos que el aborto es una penosa realidad en nuestro país, el que hasta hace algunas décadas se ostentaba conservador; pero lo que no sabemos es de la enorme cantidad de médicos que no están dispuestos a practicar el aborto, ni de su valentía al exigir ese derecho humano.
En este tercer milenio de contradicciones, donde las mentiras  repetidas se convierten en verdades; donde las conductas incorrectas proliferan hasta volverse permisibles a un grupo determinado; oponerse a realizar un acto deshonesto con el propósito de no mancillar su conciencia, es digno de proclamarse. 
¡NADIE! está obligado a actuar en contra de su conciencia, esta es una manifestación de libertad y se encuentra en los tratados Internacionales de Derechos Humanos. La libertad religiosa, la libertad de pensamiento y la libertad de conciencia, forman un solo derecho y se aclara: que no toda negativa tiene motivos religiosos, estos pueden ser morales o de otro ámbito.
De lo que estoy segura, es que si supiéramos que existe la objeción de conciencia, todos la ejerceríamos y no caeríamos en el engaño de aceptar lo que no queremos, obligados por la “modernidad”.
Tengamos presente que nadie puede asignar una conducta o una ideología que va en contra de la conciencia personal, ni siquiera las leyes emitidas por legisladores y autoridades corruptas pueden imponerlas, de ahí la proliferación de marchas civiles, donde la gente sale a las calles a ejercer su derecho a rechazar.

Lo trascendente es que el cambio se da en todos los ambientes: en casa los padres, en las escuelas los maestros, en las universidades los estudiantes, en la sociedad las autoridades honestas, en lo religioso los guías espirituales. Hay que impedir que minorías degraden las buenas costumbres, convirtámonos en objetores de conciencia dentro del hogar, en el círculo de amistades y en el espacio laboral, con firmeza y rectitud. 

No hay comentarios: