La belleza de los “tiempos fuertes”.
Por Antonieta B. de De Hoyos
agosto 6/16
De verdad, cuán importante es inculcar en los niños y adolescentes el
gusto por la buena lectura, su fuerte influencia en el desarrollo intelectual y
espiritual, lo he constatado a través de los años, aún recuerdo aquellas
ocasiones en las que un libro tuvo más autoridad que mis consejos. Es increíble
la sutileza con que las palabras, frases y pensamientos, penetran en la mente
del lector sin importar su edad.
Una persona que lee es un buen conversador, pero ¡ojo!, hay que ser
selectivo, bastante exigente con lo que se va a leer, es indispensable rechazar
todo aquello que pueda perturbar la mente y cambiar el destino.
En México los lectores se han incrementado gracias a la intensa
campaña publicitaria, de que “vale más el que
sabe más”, pero aun así, falta mucho camino por recorrer para llegar a
ser un país culto. Esa es la causa de que en la actualidad, un alto porcentaje
de los ciudadanos basen su cultura en la desinformación que les ofrecen:
internet, radio, prensa, televisión y cine.
En el mundo de la globalización, los pueblos saben únicamente lo que
sus gobiernos y dueños de los medios de comunicación quieren que sepan. Hoy,
ellos tienen el poder de ordenar a las masas cómo comportarse, que comer, cómo
vestir, donde divertirse, cuando hacer uso de drogas, ver a la familia como
cosa del pasado y lo que es peor
promover una diversidad sexual enajenante que contamina a los niños.
Es cierto que en la historia de la humanidad hubo tiempos en los que
la sociedad se corrompió, la ventaja de aquellas épocas es que no contaban con
los avances tecnológicos de ahora, lo que permite a los medios carentes de
ética enviar mensajes llenos de podredumbre, con el infame propósito de
desalentar.
El Padre Larrañaga, sacerdote Franciscano nacido en España, cuya vida de apostolado se fincó en sus
mundialmente conocidos Talleres de oración y vida, TOV, afirma que nadie está
exento de equivocaciones y sufrimientos, pero que estos se presentan con mayor
fuerza cuando la persona es más vulnerable, cuando se aleja de Dios.
La familia y la honorabilidad del ser humano están en peligro, la
ignorancia es la culpable. Él nos invita a conocer “Los tiempos fuertes”;
esos espacios de oración, de meditación,
en los que no se necesita ir al templo. Ahí en donde estés, en el
trabajo, en la calle, en la casa, cierra los ojos al mundo y ora en silencio.
Él nos escucha en lo secreto, nadie tiene que enterarse de lo que estás
haciendo, pídele que te ilumine y te proteja de la maldad humana, respira hondo
y prosigue tu camino.
Orar es la clave para contrarrestar este caos social donde los
sentimientos, las buenas costumbres y la salud del espíritu, se laceran.
Aprendamos y enseñemos con gusto a los que nos rodean la belleza de los tiempos
fuertes, estoy segura de que muchas cosas cambiarían.
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