miércoles, 3 de agosto de 2016

La belleza de los “tiempos fuertes”.
Por Antonieta B. de De Hoyos                                             agosto 6/16
De verdad, cuán importante es inculcar en los niños y adolescentes el gusto por la buena lectura, su fuerte influencia en el desarrollo intelectual y espiritual, lo he constatado a través de los años, aún recuerdo aquellas ocasiones en las que un libro tuvo más autoridad que mis consejos. Es increíble la sutileza con que las palabras, frases y pensamientos, penetran en la mente del lector sin importar su edad.
Una persona que lee es un buen conversador, pero ¡ojo!, hay que ser selectivo, bastante exigente con lo que se va a leer, es indispensable rechazar todo aquello que pueda perturbar la mente y cambiar el destino.
En México los lectores se han incrementado gracias a la intensa campaña publicitaria, de que “vale más el que  sabe más”, pero aun así, falta mucho camino por recorrer para llegar a ser un país culto. Esa es la causa de que en la actualidad, un alto porcentaje de los ciudadanos basen su cultura en la desinformación que les ofrecen: internet, radio, prensa, televisión y cine.
En el mundo de la globalización, los pueblos saben únicamente lo que sus gobiernos y dueños de los medios de comunicación quieren que sepan. Hoy, ellos tienen el poder de ordenar a las masas cómo comportarse, que comer, cómo vestir, donde divertirse, cuando hacer uso de drogas, ver a la familia como cosa del pasado y lo que es peor  promover una diversidad sexual enajenante que contamina a los niños.
Es cierto que en la historia de la humanidad hubo tiempos en los que la sociedad se corrompió, la ventaja de aquellas épocas es que no contaban con los avances tecnológicos de ahora, lo que permite a los medios carentes de ética enviar mensajes llenos de podredumbre, con el infame propósito de desalentar. 
El Padre Larrañaga, sacerdote Franciscano nacido en España,  cuya vida de apostolado se fincó en sus mundialmente conocidos Talleres de oración y vida, TOV, afirma que nadie está exento de equivocaciones y sufrimientos, pero que estos se presentan con mayor fuerza cuando la persona es más vulnerable, cuando se aleja de Dios.
La familia y la honorabilidad del ser humano están en peligro, la ignorancia es la culpable. Él nos invita a conocer “Los tiempos fuertes”; esos espacios de oración, de meditación,  en los que no se necesita ir al templo. Ahí en donde estés, en el trabajo, en la calle, en la casa, cierra los ojos al mundo y ora en silencio. Él nos escucha en lo secreto, nadie tiene que enterarse de lo que estás haciendo, pídele que te ilumine y te proteja de la maldad humana, respira hondo y prosigue tu camino.

Orar es la clave para contrarrestar este caos social donde los sentimientos, las buenas costumbres y la salud del espíritu, se laceran. Aprendamos y enseñemos con gusto a los que nos rodean la belleza de los tiempos fuertes, estoy segura de que muchas cosas cambiarían

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