La excelsitud de la Tercera Edad.
Por Antonieta B. de De Hoyos.
Junio 25/16
Muchos poetas famosos han escrito bellos poemas o pensamientos
relacionados con la tercera edad, obviamente por que se encuentran dentro de
ella. Algunos afirman que es la mejor etapa de la vida, porque ya han quedado
atrás los apuros por conseguir el sustento de la familia y el desvelo por
ofrecer a los hijos una educación de calidad, que les augure un futuro exitoso.
El nido ha quedado vacío, cada uno de los miembros de la familia ha
tomado su rumbo, el resto del tiempo, si
Dios lo dispone, se vivirá en pareja. Lo bueno es que ahora ya se puede
disfrutar de viajes cortos, de salir a comer a un restaurante, visitar
parientes y amistades, ir al cine, levantarse tarde después detrasnochar con
una buena película o con la lectura de un ameno libro. Los ahorradores que
desde los primeros años supieron administrar sus gastos, lograron una economía
envidiable que hoy les permite darse el lujo de cambiar su residencia a una playa,
a una cabaña en las montañas o, a un lugar donde el clima y el paisaje les
ofrezcan la tranquilidad deseada.
Lo cierto es que la mayoría de las personas de la tercera edad, son
muy felices porque en todas sus tareas pusieron su mayor empeño y siguen siendo
responsables, al no malgastar su tiempo ni su energía en diversiones insulsas o
relaciones que les amarguen el rato. Por lo regular están contentos y aceptan
con dignidad su edad: el pelo que
encanece y se arrala, la piel que se arruga, los huesos que duelen y las
rodillas que crujen al menor intento, han pasado a segundo plano.
Llegó la hora de hacer esa actividad que tanto se anhelaba: pintar
cuadros o paredes, escribir poemas, leer novelas de misterio, sembrar y cuidar
plantas en el jardín, consentir a una mascota, pasear por el parque, ver eventos deportivos en
la tele, etc. Gracias a Dios las
exigentes rutinas de antaño ya no existen,
solo los horarios en la alimentación y en los medicamentos, si se respetan.
Pero dentro de todas estas comodidades hay algo relevante. Hoy en la
bendita tercera edad se tiene tiempo, más que suficiente para orar, para pedir
por la salud de los que aman, por los enfermos y desamparados en el mundo; éste
es un espacio en donde el adulto se vuelve contemplativo, si antes no sabía ni
como persignarse, ahora su comunicación con el Altísimo es constante y amorosa,
mas no por temor a lo desconocido sino por el gozo infinito de contar con
Él.
Vivir es la mejor escuela, en ella se aprende lo bueno y lo malo y es
en estas experiencias, cuando el adulto mayor obtiene su sabiduría,
conocimientos invaluables que solo posee aquel que ha tenido el privilegio
divino de envejecer. Quien intenta conservarse joven a costa de lo que sea,
rechaza el hermoso trofeo que Dios otorga únicamente, a los que han sabido
superar miles de batallas y salir airosos.
En la juventud presumimos de amar, pero solo hasta que se envejece en
compañía se conoce lo que es un amor bendecido.
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