Que
significa ser mujer.
Por
Antonieta B. de De Hoyos
marzo 12/16
Ser mujer es: dar vida, conservar lazos fraternos,
proteger, amar sin condiciones; es ser paciente, educar y corregir sin
lastimar. Es ser bella al natural sin retoques, es calidez humana, fortaleza,
valentía, grata compañía; es generar valores, suministrar alimentos y
medicinas, apoyar el desarrollo de otros, dar forma a muchas vidas.
Ser
mujer es: empoderamiento, autonomía personal, vivir el presente, segura y libre
en armonía consigo misma. Es finura, confianza, personalidad, es estar en reto
constante en una carrera sin fin, en la que a diario se superan nuevos
obstáculos, es gozar de una aventura incomparable. Es creatividad en
movimiento, es plenitud, sensualidad y conexión con la Madre Tierra, es bailar
una danza de emociones que fluyen sin interrupción.
Ser
mujer es: disfrutar el privilegio de perpetuar la especie sobre el planeta, es
luchar sin tregua para evitar que el
hombre se auto destruya; es tener la autoestima
necesaria para conectarse interiormente con ella misma, es aprender a amarse
para elevar su calidad de mujer, de madre, esposa y amiga.
Ser
mujer es: ser capaz de todo, de irradiar felicidad hasta en los momentos
difíciles, es comprender, buscar el bienestar de los demás antes que el propio,
es dar sin esperar nada a cambio, es servir hasta el cansancio, soñar y cumplir
sueños sin importar críticas, porque la dignidad está en ella.
De
esta extraordinaria manera se describe a la mujer a través del internet, a lo
que podríamos agregar su tenacidad por elevar su nivel educativo y profesional
que ahora le permite incursionar con
acierto en el campo científico, político y empresarial.
Por
eso, resulta desconcertante que frente a tantas cualidades femeninas, el varón
la menosprecie, la golpee, la humille y en casos extremos la prive de su
existencia. Pudiera ser que ante tanto elogio perdimos pisada, dejamos de lado
el sentido común, la clarividencia, la sagacidad, el discernimiento, la
percepción y la astucia femenina que nos caracterizaba, nos ensoberbecimos al
grado de desvalorar, provocar, exasperar a los varones con los que nos
relacionamos.
Detengamos
el paso y descartemos la soberbia, retomemos la humildad, juicio e intuición de
nuestras abuelas, a las que por más mal que les hubiera ido, es nada comparado
con lo que en la actualidad en este tercer milenio, millones de mujeres
alrededor del mundo enfrentan, en su desesperada reyerta por igualarse al
varón.
Por
disposición divina el hombre y la mujer son distintos pero se complementan,
recordemos que Eva fue hecha de una costilla de Adán muy cerca de su corazón y
que esa cercanía hace que el amor prevalezca, solo es cuestión de enfoque.
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