jueves, 10 de marzo de 2016

Que significa ser mujer.
Por Antonieta B. de De Hoyos                   marzo 12/16
Ser mujer es: dar vida, conservar lazos fraternos, proteger, amar sin condiciones; es ser paciente, educar y corregir sin lastimar. Es ser bella al natural sin retoques, es calidez humana, fortaleza, valentía, grata compañía; es generar valores, suministrar alimentos y medicinas, apoyar el desarrollo de otros, dar forma a muchas vidas.
Ser mujer es: empoderamiento, autonomía personal, vivir el presente, segura y libre en armonía consigo misma. Es finura, confianza, personalidad, es estar en reto constante en una carrera sin fin, en la que a diario se superan nuevos obstáculos, es gozar de una aventura incomparable. Es creatividad en movimiento, es plenitud, sensualidad y conexión con la Madre Tierra, es bailar una danza de emociones que fluyen sin interrupción.
Ser mujer es: disfrutar el privilegio de perpetuar la especie sobre el planeta, es luchar sin tregua  para evitar que el hombre se auto destruya; es tener la autoestima necesaria para conectarse interiormente con ella misma, es aprender a amarse para elevar su calidad de mujer, de madre, esposa y amiga.
Ser mujer es: ser capaz de todo, de irradiar felicidad hasta en los momentos difíciles, es comprender, buscar el bienestar de los demás antes que el propio, es dar sin esperar nada a cambio, es servir hasta el cansancio, soñar y cumplir sueños sin importar críticas, porque la dignidad está en ella.
De esta extraordinaria manera se describe a la mujer a través del internet, a lo que podríamos agregar su tenacidad por elevar su nivel educativo y profesional que ahora le  permite incursionar con acierto en el campo científico, político y empresarial.
Por eso, resulta desconcertante que frente a tantas cualidades femeninas, el varón la menosprecie, la golpee, la humille y en casos extremos la prive de su existencia. Pudiera ser que ante tanto elogio perdimos pisada, dejamos de lado el sentido común, la clarividencia, la sagacidad, el discernimiento, la percepción y la astucia femenina que nos caracterizaba, nos ensoberbecimos al grado de desvalorar, provocar, exasperar a los varones con los que nos relacionamos.
Detengamos el paso y descartemos la soberbia, retomemos la humildad, juicio e intuición de nuestras abuelas, a las que por más mal que les hubiera ido, es nada comparado con lo que en la actualidad en este tercer milenio, millones de mujeres alrededor del mundo enfrentan, en su desesperada reyerta por igualarse al varón.

Por disposición divina el hombre y la mujer son distintos pero se complementan, recordemos que Eva fue hecha de una costilla de Adán muy cerca de su corazón y que esa cercanía hace que el amor prevalezca, solo es cuestión de enfoque. 

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