jueves, 3 de marzo de 2016

El perdón purifica.

Por Antonieta B. de De Hoyos               Marzo/5/16.

Cuando con humildad escuchamos al sabio, aprovechamos la oportunidad que nos brinda la vida para conocer más y ser mejores personas; lo mismo pasa cuando leemos buenos libros y entre ellos incluimos la Santa Biblia, que con sus salmos, proverbios y evangelios nos coloca en el sendero de la superación, hábito que podemos iniciar en el  momento que lo decidamos.
De la homilía del Santo Padre a las familias, rescaté algunas de sus frases que consideré aptas para integrar el presente artículo. 
En primer lugar llamó mi atención que en ningún momento juzgó, ni criticó, ni castigó, simplemente con delicadeza indicó el camino y los pasos a seguir. Dio a conocer que la familia perfecta no existe, por lo tanto no existen padres perfectos, nadie es perfecto, pero todos tenemos la capacidad de perfeccionarnos a través de las experiencias vividas.
Es verdad que formamos un hogar con una pareja tan imperfecta como nosotros mismos y que juntos creamos una familia, cuyos miembros también son imperfectos. Por eso es natural que nos quejemos unos de otros y que nos decepcionemos unos de otros. 
Es difícil encontrar un matrimonio saludable y una familia  saludable si dentro de ella no se ejercita el perdón; virtud sobrenatural que conserva la salud física y espiritual de todos los miembros y a la vez, evita que el hogar se convierta en una olla de grillos, llena de conflictos donde se anidan ofensas, humillaciones y deshonras.
Hay que aprender a perdonar hasta los detalles más simples, de lo contrario la familia se enferma, solo el perdón purifica el alma, limpia la mente, libera el corazón y restablece la comunión con Dios. El dolor interno que provoca  el resentimiento es un veneno que intoxica, es como tener latente una herida en el corazón. 
Quien no perdona se enferma y enferma a los demás, la familia debe ser un lugar donde se respire vida no muerte, donde la alegría mitigue las tristezas y cure las dolencias.
Después de escucharlo creo que la mayoría de las familias nos entristecimos, nos  sentimos apesadumbrados, quizás hasta con cierta culpa, por haber vivido tanto tiempo en el total desconocimiento delos efectos sanadores del perdón.
Está escrito que el hombre no debe estar solo debe vivir en familia; la persona debe sentirse amada, acompañada, tener quien le cuide y a quien cuidar, debe contar con un hombro confiable, en el cual pueda recargar la cabeza cuando la adversidad se presenta.

Caminar a la deriva buscando consuelo, conduce a ingerir bebidas alcohólicas, a usar drogas y llegar a veces hasta el suicidio. 
La obesidad, el cáncer, la depresión, son algunos de los síntomas que puede presentar una familia enferma. 
Empecemos a sanar amando y perdonando de corazón, porque nuestra mayor bendición será que estas buenas acciones, si nos  acompañarán en nuestro viaje a la eternidad. 

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