Mi fe se profundizó.
Por Antonieta B. de De Hoyos marzo 26 /16
Hace unas semanas por
prescripción médica me vi en la necesidad de someterme a una delicada pero
sencilla cirugía ocular, mi ojo derecho presentaba algunas irregularidades por
lo que tuve que recurrir a la ciencia.
Pero antes de que eso sucediera, varias
amistades y familiares que ya habían sido intervenidos exitosamente, me
comunicaron sus experiencias.
De todos modos como mi
temperamento es nervioso, invité a mi hermana Carolina que reside en Saltillo,
para que viniera y me acompañara durante
la recuperación.
Le confirmé el día y llegó a casa justo en el momento, en que
el médico me cancelaba la operación por
tercera ocasión.
Estos cambios de fecha me alteraban
mucho, por mi mente se cruzaban escenas catastróficas, tenía miedo de que mi
decisión no fuera la correcta aun y cuando, notaba que mis molestias iban en aumento.
Cada noche
después de mis oraciones, me preguntaba ¿de qué me está protegiendo Dios?
Para mi infortunio también
escuché relatos negativos, aquellos en los que el paciente “X” había quedado
tan mal que había perdido la visión. Ante tantas conjeturas decidí cambiar
de especialista, concerté la cita y me
encomendé a Dios.
Llegó el día y entré al quirófano, todo iba muy bien hasta
que algo inesperado se presentó y la operación se demoró.
Siguieron dos semanas de
cuidados intensivos en los que mi hermana y mi esposo, se convirtieron en mis
ángeles custodios.
Nunca me imaginé en tal situación, pero las cosas suceden
cuando tienen que suceder, lo que te corresponde llega te pongas o te quites de
ese lugar.
Mientras ocurría la cirugía
mis rezos no cesaron, jamás había
sentido tan cerca la presencia divina, ni apreciado de esa forma su infinito amor,
instantes de incertidumbre en los que me aferré fuertemente de su mano.
Por
supuesto que después vinieron las clásicas preguntas, ¿Por qué a mí? Y el
indescifrable ¿Para que a mí?
Ahora ya recuperada, pienso
que este tiempo extra me fue dado para continuar, desde la modesta trinchera de
mi hogar alguna misión especial, pudiera ser una de ellas ese pequeño libro que
se encuentra en etapa de revisión, en el cual narro las experiencias que de
acuerdo a los designios divinos, han
modificado en mucho mi estilo de vida, reconozco que mi mayor anhelo es verlo
publicado.
Agradezco infinitamente los
conocimientos y el profesionalismo de mi médico, el que sin darse cuenta cada
vez que decía “excelente”, en los momentos más críticos de la cirugía, me
confortaba.
Debido a este inesperado acontecer, el presente periodo cuaresmal
será inolvidable para mí, ya que con su luminosa espiritualidad fortaleció mi
alma y profundizó mi fe.''''
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