martes, 22 de marzo de 2016



  

 Mi fe se  profundizó.
Por Antonieta  B. de De Hoyos                            marzo 26 /16

Hace unas semanas por prescripción médica me vi en la necesidad de someterme a una delicada pero sencilla cirugía ocular, mi ojo derecho presentaba algunas irregularidades por lo que tuve que recurrir a la ciencia. 
Pero antes de que eso sucediera, varias amistades y familiares que ya habían sido intervenidos exitosamente, me comunicaron sus experiencias.
De todos modos como mi temperamento es nervioso, invité a mi hermana Carolina que reside en Saltillo, para que viniera y me  acompañara durante la recuperación. 
Le confirmé el día y llegó a casa justo en el momento, en que el médico me  cancelaba la operación por tercera ocasión.
Estos cambios de fecha me alteraban mucho, por mi mente se cruzaban escenas catastróficas, tenía miedo de que mi decisión no fuera la correcta aun y cuando, notaba  que mis molestias iban en aumento. 
Cada noche después de mis oraciones, me preguntaba ¿de qué me está protegiendo Dios?
Para mi infortunio también escuché relatos negativos, aquellos en los que el paciente “X” había quedado tan mal que había perdido la visión. Ante tantas conjeturas decidí cambiar de  especialista, concerté la cita y me encomendé a Dios. 
Llegó el día y entré al quirófano, todo iba muy bien hasta que algo inesperado se presentó y la operación se demoró.
Siguieron dos semanas de cuidados intensivos en los que mi hermana y mi esposo, se convirtieron en mis ángeles custodios. 
Nunca me imaginé en tal situación, pero las cosas suceden cuando tienen que suceder, lo que te corresponde llega te pongas o te quites de ese lugar.
Mientras ocurría la cirugía mis  rezos no cesaron, jamás había sentido tan cerca la presencia divina, ni apreciado de esa forma su infinito amor, instantes de incertidumbre en los que me aferré fuertemente de su mano. 
Por supuesto que después vinieron las clásicas preguntas, ¿Por qué a mí? Y el indescifrable ¿Para que a mí? 
Ahora ya recuperada, pienso que este tiempo extra me fue dado para continuar, desde la modesta trinchera de mi hogar alguna misión especial, pudiera ser una de ellas ese pequeño libro que se encuentra en etapa de revisión, en el cual narro las experiencias que de acuerdo a los  designios divinos, han modificado en mucho mi estilo de vida, reconozco que mi mayor anhelo es verlo publicado.
Agradezco infinitamente los conocimientos y el profesionalismo de mi médico, el que sin darse cuenta cada vez que decía “excelente”, en los momentos más críticos de la cirugía, me confortaba. 
Debido a este inesperado acontecer, el presente periodo cuaresmal será inolvidable para mí, ya que con su luminosa espiritualidad fortaleció mi alma y profundizó mi fe.''''








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