Poema de Alzheimer.
“No
me pidas que me recuerde, no trates de hacerme comprender, déjame descansar,
hazme saber que estás conmigo, abraza mi cuello y toma mi mano, estoy triste, enfermo y perdido. Todo lo que sé es
que te necesito. No pierdas paciencia conmigo, no jures, no grites, no llores,
no puedo hacer nada con lo que me ocurre, aun si trato de ser diferente no lo
logro. Recuerda que te necesito que lo mejor de mi ya partió. No me abandones, quédate
a mi lado, ámame hasta el fin de mi vida.”
Navegando por internet lei este
bellisimo poema que encierra en cada una de sus frases un enorme agradecimiento
a las personas que amadas y se acepta con profunda tristeza la total impotencia
ante lo que sucede a su organismo, de manera especial a su memoria que con
delicadeza se va adentrando en la oscuridad.
Mi padre murio’ apenas pasados los setenta pero mi abuela disfruto’
hasta los noventa y seis con buena salud salvo algunas lagunas mentales y
visiones moment’aneas. Mi nana nunca perdio’ su lucidez y mi madre en sus ochentas
apenas comenzaba a olvidarse de los nombres y a confudir a las personas mas
cercanas.
Ahora yo estoy envejeciendo es la ley de la vida, los que
antes eran los adultos mayores se han ido y nosotros hemos tomado su lugar, por
eso cuando me entero de que algu’n viejecito o viejecita ha ido perdiendo su
memoria, pienso que Dios es misericordioso al permitirle olvidarse del mundo
real para adentrarse en sus propios sueños, lo cual no debe ser tan malo, lo penoso se presenta
en lo complicado que se torna la convivencia para darle los cuidados que
necesita.
Hace varias decadas
el que una abuela no se acordara de donde dejaba las cosas no significaba nada
especial, por lo regular eran bastante mayores cuando eso ocurria, lo preocupante
es que hoy estos sintomas se presentan en aquellos que apenas pisan los
cincuenta o sesenta, cuando aun su cuerpo es vigoroso.
¿A que se debe este deterioro prematuro? Los medicos
especialistas siguen investigando pero como posible prevension nos recomiendan cuidar
lo que comemos, controlar el estrés,
aprender a superar la adversidad, hacer ejercicio fisico, pero sobre todo a luchar
por conservar nuestra relacion con Dios.
Antonieta B. de De Hoyos Sept. 5/15
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