viernes, 13 de junio de 2014


Hay que practicar el altruismo.

Viendo uno de mis programas favoritos que pasa por la TV española  y que aquí se recibe a través del servicio de cable por el canal 56,  me di cuenta de la difícil situación económica por la que atraviesan las familias en aquellas lejanas tierras, allende el mar.

Es un programa que se llama “Entre  todos” donde la conductora haciendo gala de su  amabilidad y carisma, invita a todos a practicar el altruismo, a llamar por teléfono para hacer una donación a favor de los solicitantes.

Este programa es muy ameno, enternecedor, lleva a la audiencia a la misericordia, les permite convertirse por unos instantes en el buen samaritano del que nos habla Jesús en su parábola. A veces las historias de los que llaman para dar, son más dolorosas que la que se presenta, pero lo realmente mágico, es el ambiente de solidaridad que se respira en ese foro, dónde la gente se olvida de sus penas para tender la mano con amor.  

Los escogidos para recibir la ayuda narran su calvario: graves problemas de salud en niños, adultos, ancianos ó, económicos que rayan en la miseria. En el tiempo que dura el programa nos enteramos de situaciones increíbles, que jamás hubiéramos imaginado que sucedieran, mucho menos que existieran personas que los pudieran soportar y superar gracias a su fe. Es en esos momentos cuando a los presentes y a los que estamos a la distancia, se nos hace un nudo en la garganta que oprime el alma de tal manera, que resulta imposible contener las lágrimas.  

¿Por qué nuestras televisoras locales y nacionales no otorgan un espacio de esa naturaleza aquí en México? Ya basta de “señoritas Lauras” que enajenan, de telenovelas que denigran, de series que provocan violencia, necesitamos programas que muevan a la sensibilidad, a la solidaridad, al amor al prójimo, a la generosidad, ejemplos de vida  que fortalecen a la sociedad espiritualmente y que marcan la pauta a los menores.  

Las donaciones van desde veinte euros hasta tres mil los más pudientes, (cada euro equivale  a un dólar y treinta y cinco centavos). Las llamadas que se reciben ofreciendo ayuda siempre pasan de cien y son ellas las que realizan el milagro cada tarde, el dinero reunido se utiliza para iniciar un pequeño negocio, comprar una silla de ruedas, una prótesis, o arreglar una casita después de un incendio, todo esto con el propósito de sacar adelante a una familia.

Lo sorprendente es que la ayuda llega de todas partes, de Suiza, Bélgica, Alemania, Costa Rica; unos son pensionados, otros gozan de un buen patrimonio, los menos son jóvenes profesionistas y de vez en cuando niños que rompen sus alcancías para ayudar.

En esas tres horas de cuatro a siete, se viven y re viven anécdotas que llevan de la tristeza y la nostalgia, a la alegría y la esperanza, lo raro es que nadie se queja ni maldice lo sufrido, lo aceptan como parte de un aprendizaje.

En España las comunidades son pequeñas  y se unen para empezar de nuevo. Aunque no todos los días, si lo disfruto enormemente cuando lo veo, tiempo en el que me he dado cuenta que ni los asistentes, ni la conductora, ni los que llaman, hacen referencia a alguna divinidad, pero no creo que haga falta por que en ese ambiente de fraternidad se percibe con claridad la presencia de Dios. TVE  sensibiliza al mundo…!gracias!.

Antonieta B. de De Hoyos             junio 7/14         

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