viernes, 13 de junio de 2014


¿Y el bullying musical?

Con motivo del día de las madres el Ayuntamiento de Piedras Negras, decidió celebrarlas trayendo para su diversión a la cantante Paquita la del Barrio. El punto de reunión fue la Gran Plaza. Como era de esperarse miles de mujeres y algunos cientos de hombres llegaron puntualmente a la cita. Su presentación fue un éxito rotundo, los asistentes rieron a carcajadas con la irrespetuosa letra de sus canciones.

Por otro lado, la nota periodística sobresaliente en todo el país durante la presente semana ha sido el bullying, agresión muy de moda entre los estudiantes de primaria y secundaria, los que en su juego perverso de palabras ofensivas y empujones, pierden la noción de las consecuencias, llegando a romper huesos y hasta quitar la vida al acosado.

Intentando encontrar el origen de tanta agresión en la sociedad, recordé la presentación de Paquita. Esta señora con sus canciones ofende, discrimina, minimiza, ridiculiza, desprecia y humilla al varón; es un bullying musicalizado. En su sátira deja al descubierto problemas íntimos de pareja, deficiencias, impotencias, honorabilidad, virilidad; sugerencias todas que incitan a la violencia. 

Yo me pregunto: ¿Qué pasaría si este próximo día del Padre el Ayuntamiento trajera para celebrarlo, a un cantante que apoyado en el sarcasmo sacara a relucir algunos de los defectos femeninos como: la gula, la ineptitud, la frigidez, el sobrepeso, la celulitis, las varices, los frecuentes dolores de cabeza, el rostro sin maquillar, las cremas nocturnas anti arrugas y la clásica bata mata pasiones sin faja?

Parece cosa de risa… ¡pero no lo es! Esta suposición obliga a la reflexión, a recobrar el respeto, la privacidad, la consideración, la discreción en la pareja. Sobre todo a tener bien claro que el sexo es parte de la vida, pero no la rige; que existen otros momentos que se viven con tal ímpetu, que el amor se siente sin tocarse. A veces basta una mirada, una sonrisa, una caricia, el servir con alegría, el comprender al otro, el  dar apoyo en el instante preciso. Estos son momentos mágicos que hacen latir dos corazones al unísono, con la misma intensidad que cuando en la intimidad se llega al éxtasis. 

La paz debe regresar a los hogares y la tienen que disfrutar los hijos. Ya basta de alejamientos, groserías, soledades y divorcios. Es hora de dejar de lado frivolidades y prepotencias, escuchemos canciones que glorifiquen al amor y desechemos las que exaltan los instintos. Regresemos a la esencia, a la entrega, al perdón, al olvido, recuperemos ese brillo en la mirada de los enamorados y enlacemos nuestras manos. 

Alguien dijo: “A lo largo de la juventud pensamos amar, pero solo cuando hemos envejecido en compañía del otro, conocemos la fuerza del amor”. Esto es lo que nuestros hijos deben vivir en casa, necesitan cargar su espíritu con el amor de sus padres para no caer en el despreciable bullying.

Por Antonieta B. de De Hoyos                             5/31/14

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