Todos deberíamos ser autodefensas.
Desafortunadamente una inmensa ola de desprestigio ha
cubierto en las últimas décadas a nuestros insignes políticos y autoridades
civiles en todos los niveles; el municipal, estatal y federal y si observamos
con detenimiento tenemos que admitir con profunda tristeza, que lo mismo ocurre
en el resto del mundo, en donde los poderosos abusan de los débiles,
destruyéndoles su hábitat y condenándolos a una miseria en la que perecen.
Las noticias que recibimos a diario no son nada
alentadoras, en diferentes estados del país continúan los enfrentamientos entre
civiles armados y militares. Sucesos en los que se pierden muchas vidas y entre
ellas las de personas inocentes que estuvieron en el lugar y en el momento
equivocado.
El miedo cunde, las actividades se paralizan.
La incapacidad para aplicar el orden y la justicia, el
instinto de conservación, el estar hartos de los abusos a los que han sido
sometidos, provocó que los pobladores en Michoacán formaran grupos de hombres
valientes y armados, llamados “autodefensas”.
A simple vista esta agresividad responde a la
exigencia de respeto; ellos quieren vivir en paz en sus comunidades, trabajar
honradamente y proteger a sus familias, por eso la gente prefirió morir con
dignidad, antes que seguir tolerando atropellos.
Al ver tan valerosa actitud no nos queda otra que
admirarles y a la vez recapacitar sobre la situación que vivimos aquí.
Por ejemplo: el aire contaminado que respiramos por el
polvo que se levanta en un tajo abierto de carbón desde hace varios años,
y qué por más que nos opusimos las autoridades no nos escucharon.
La inseguridad que tenemos frente a las fuertes e
inesperadas lluvias, mientras los arroyos siguen obstruidos y el erario se
gasta en elefantes blancos. Los drenajes sanitarios arcaicos que se rebasan y
son un foco de infección. En estos momentos, los permisos ya concedidos para la
explotación del gas shale en nuestra región, nos obliga a reflexionar en
nuestra pasividad como comunidad.
Sabemos el desastre ecológico que provoca el “fraking”
donde se aplica; en primer lugar la escasez del agua potable y su
contaminación; después la muerte de la flora y la fauna por las perforaciones y
el tránsito de camiones pesados; agreguemos el aire que se contamina al
mezclarse con los gases que salen de los pozos a la superficie; no olvidemos la
forma como lentamente se va minando la salud de los obreros, aunque de esto no
hay quejas porque allí los riesgos se pagan bien.
Creo que ha llegado la hora de que nos convirtamos en
autodefensas del medio ambiente, no solo con acciones individuales que son
valiosas, sino también colectivas. Si el planeta muere, moriremos todos.
Urge llegar a la conciencia de nuestros
representantes, legisladores y gobernantes; hombres y mujeres a los que de
buena fe les confiamos nuestro dinero, nuestra seguridad y hoy, hasta nuestra
vida. Levanta la voz y hazte autodefensa.
Antonieta B. de De Hoyos 5/17/14
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