viernes, 4 de julio de 2014


El padre como guía vital.

Los niños en este tercer milenio confuso y saturado de ideas revolucionarias, necesitan más que nunca la presencia y guía de su padre, labor trascendente en el desarrollo equilibrado de los hijos(as). Es tan importante, que cuando él está en casa los niños presentan menos problemas de comportamiento, obtienen mejores calificaciones y disfrutan de una economía más estable.

En las últimas décadas con el éxito que obtuvo la mujer en el campo laboral y profesional, la tarea paterna se devaluó tanto que ya ni como proveedor fue requerido, negativa actitud que dio la pauta para que ahora con facilidad las parejas se separen. 

Nadie pensó que cuando un niño tiene un padre en quien confiar; confía, respeta y goza mas de las  relaciones estables con sus compañeros y adultos fuera del hogar, (no hay bullying) porque está protegido contra la depresión, el suicidio, la actividad sexual precoz y el abuso de drogas. El suicidio juvenil se ha acrecentado, quizás por otros motivos, pero la ausencia de papá  podría ser uno de ellos.

El padre expresa su amor a los hijos en los sacrificios que hace en tiempos de crisis o en la vida diaria, momentos en los que comprueba su capacidad de afecto ayudándolos en sus necesidades físicas, emocionales, sociales y espirituales. Cuando el comparte tiempo, actividades y conversaciones, ofrece el apoyo constante que los niños además de necesitar, desean que les dure para siempre en sus vidas.

Al combinar control con calidez y respeto, logra que sus hijos se sientan seguros y disfruten de una  óptima salud mental. Su disposición emocional para involucrarse en la vida del hijo y responder de inmediato a sus necesidades afectivas, permite que éste se desarrolle sano en el aspecto moral, sobre todo cuando mantiene la promesa hecha a su hijo o, cuando fija límites que dejan claro qué conductas son aceptables y cuáles no.

La cantidad de tiempo es primordial, pero mucho más importante es cómo reacciona ante las situaciones difíciles por las que atraviesa el hijo. El comportamiento del padre  y la manera como trata a los miembros de la familia  y de la comunidad, son esenciales en la enseñanza que transforma a los hijos en personas de bien.

Las ideas globalizadas han descontrolado estilos de vida tradicionales, hay muchos intereses económicos creados para desvirtuar la figura paterna y desintegrar a las familias; tenemos que conservar el matrimonio hombre-mujer; porque las calles están llenas de niños y jóvenes desorientados en su sexualidad, en prostitución, drogas y alcohol.

Busquemos la equidad de género, sí, pero sigamos admirando, solicitando y agradeciendo la presencia del buen padre como guía vital de nuestros hijos. La clave es sembrar el amor y la lealtad de nueva cuenta en las parejas y por la felicidad de los hijos que es la nuestra, dejar de lado diferencias. 

Antonieta B. de De Hoyos                     junio 14/14

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