El padre como guía vital.
Los niños en este tercer
milenio confuso y saturado de ideas revolucionarias, necesitan más que nunca la
presencia y guía de su padre, labor
trascendente en el desarrollo equilibrado de los hijos(as). Es tan importante,
que cuando él está en casa los niños presentan menos problemas de
comportamiento, obtienen mejores calificaciones y disfrutan de una economía más
estable.
En las últimas décadas con el
éxito que obtuvo la mujer en el campo laboral y profesional, la tarea paterna
se devaluó tanto que ya ni como proveedor fue requerido, negativa actitud que dio
la pauta para que ahora con facilidad las parejas se separen.
Nadie pensó que cuando un
niño tiene un padre en quien confiar; confía, respeta y goza mas de las relaciones estables con sus compañeros y
adultos fuera del hogar, (no hay bullying) porque está protegido contra la
depresión, el suicidio, la actividad sexual precoz y el abuso de drogas. El suicidio
juvenil se ha acrecentado, quizás por otros motivos, pero la ausencia de
papá podría ser uno de ellos.
El padre expresa su amor a
los hijos en los sacrificios que hace en tiempos de crisis o en la vida diaria,
momentos en los que comprueba su capacidad de afecto ayudándolos en sus
necesidades físicas, emocionales, sociales y espirituales. Cuando el comparte
tiempo, actividades y conversaciones, ofrece el apoyo constante que los niños además
de necesitar, desean que les dure para siempre en sus vidas.
Al combinar control con
calidez y respeto, logra que sus hijos se sientan seguros y disfruten de una óptima salud mental. Su disposición emocional
para involucrarse en la vida del hijo y responder de inmediato a sus
necesidades afectivas, permite que éste se desarrolle sano en el aspecto moral,
sobre todo cuando mantiene la promesa hecha a su hijo o, cuando fija límites
que dejan claro qué conductas son aceptables y cuáles no.
La cantidad de tiempo es
primordial, pero mucho más importante es cómo reacciona ante las situaciones difíciles
por las que atraviesa el hijo. El comportamiento del padre y la manera como trata a los miembros de la
familia y de la comunidad, son esenciales
en la enseñanza que transforma a los hijos en personas de bien.
Las ideas globalizadas han
descontrolado estilos de vida tradicionales, hay muchos intereses económicos
creados para desvirtuar la figura paterna y desintegrar a las familias; tenemos
que conservar el matrimonio hombre-mujer; porque las calles están llenas de
niños y jóvenes desorientados en su sexualidad, en prostitución, drogas y
alcohol.
Busquemos la equidad de
género, sí, pero sigamos admirando, solicitando y agradeciendo la presencia del
buen padre como guía vital de nuestros hijos. La clave es sembrar el amor y la
lealtad de nueva cuenta en las parejas y por la felicidad de los hijos que es
la nuestra, dejar de lado diferencias.
Antonieta B. de De
Hoyos junio 14/14
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