viernes, 4 de julio de 2014


Testimonio de vida de Dawn Stefanowicz.

Será coincidencia o Diosidencia, pero al mismo tiempo que yo leía este testimonio en  internet, en la prensa y las redes sociales se criticaba duramente la postura de un senador panista, que se opone al nuevo estilo de “familia gay” y al aborto, calificándolas como acciones que destruyen la moral de la familia mexicana.

Dawn Stefanowicz fue una  niña criada en un hogar “gay” y piensa que su experiencia de vida puede ayudar a otros niños víctimas de esta situación. Ahora vive en Ontario Canadá y cuenta que en su infancia fue testigo de los intercambios de parejas “gays”. Hoy es una mujer mayor de cuarenta años, madre de dos hijos, con más de  veinte años de feliz matrimonio con su único marido.

Dawn dice: Mi infancia fue muy desordenada, mi padre era homosexual y me expuso a todo un ritmo de vida gay que lamento. Crecer así me dañó, por eso ofrezco ayuda, consejo e información, a otras personas que han sido dañadas con este tipo de familia que no deseo para nadie y que quisiera con toda mi alma, que las leyes españolas y canadienses dejaran de apoyar. Fue en Toronto en los años 60-70, cuando me relacioné con muchas personas de la subcultura GLBT (gay, lesbiana, bisexual, transexual) y donde conocí prácticas sexuales explícitas, con riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual al ser abusada. Mi padre tuvo numerosas parejas a las que no les fue fiel y siempre se lamentó de su vida pasada, fue un niño abusado que creció en constante depresión, inestable en su carácter, lleno de rabia, con  tendencias suicidas y compulsión sexual. Yo lo amé y lo entendí con compasión. En 1991 murió de SIDA, algunas de sus ex parejas también, otras se suicidaron.

Nunca supe lo que era el respeto por la moralidad, la autoridad, el matrimonio o el amor paterno. Tenía prohibido hablar de lo que pasaba en casa…yo lo amaba pero me sentía abandonada y despreciada cuando se iba por varios días con sus compañeros. Soporté el maltrato doméstico homosexual pero, a los doce años busqué consuelo y amor en varios novios. A corta edad escuché charlas sobre placeres carnales, conocí el travestismo, sodomía, pornografía, nudismo gay, lesbianismo, bisexualidad, exhibicionismo, voyerismo, sadomasoquismo, las drogas y el alcohol que desinhibían.

Mi padre vestía unisex, yo no diferenciaba entre hombre y mujer ni sabía lo que era un matrimonio. Vivir así me causó desconfianza, depresión, pensamientos suicidas, miedo, ansiedad, baja autoestima, insomnio y confusión sexual. Mi conciencia y mi inocencia fueron dañadas, afectando mi desarrollo, mi identidad de género, mi bienestar psicológico, mis relaciones con iguales; solo hasta que mi padre, sus parejas sexuales y mi madre murieron, pude hablar públicamente de mis experiencias.

Este valeroso testimonio obliga a terminar con la absurda reclamación de derechos homosexuales-heterosexuales. Y sin generalizar, porque la excepción confirma la regla, cambiemos conductas en ambas partes, para  salvar a niños inocentes de este suplicio.

Antonieta B. de De Hoyos                       6/28/14

No hay comentarios: