miércoles, 12 de febrero de 2020


Nuestra tarea es Confiar.
Cuando Dios da una palabra, podemos creerla con el alma llena de infinita fe,  
su fidelidad nunca falla porque a Él no lo limitan las circunstancias, si dijo que estará contigo es porque así será.
Nuestro compromiso es creer y caminar bajo la fe, el trabajo de Dios es hacerlo porque
estamos seguros de su poder.
Dios no improvisa, siempre tiene un plan para cada uno de nosotros, lo importante es que escuchemos y nos dejemos guiar a pesar de que los tiempos se presenten malos, con todo en contra Él cumplirá lo prometido.
Nuestra responsabilidad es creer y abrazarnos a la fe, el trabajo de Dios es hacer realidad lo que suplicamos si lo considera pertinente. Él dispone los medios y los tiempos, por eso desde siempre los abuelos decían, que las cosas ocurren porque son los tiempos de Dios.
Nuestra obligación es mantener la calma a pesar de la desesperación que nos invada, en los momentos difíciles y creer. Aun y cuando el panorama se presente oscuro Dios se encargará de aclarar el día, de abrir las puertas y romper murallas.
Cuando Dios está retando a creer en su palabra, no debe importarnos que la situación sea  crítica y no le veamos solución, lo mejor es permanecer tranquilos porque Él conoce lo que trae el mañana y si dijo que estará con nosotros, así será.
Hace quince días me fue practicada una cirugía en mi ojo izquierdo, tenía meses de estarla posponiendo por diferentes motivos, uno de ellos el más fuerte era mi miedo interior.
Al fin asistí a consulta y sin percatarme de las fechas, elegí el jueves 30 a las 6 de la tarde. 
Varias semanas antes de tomar la decisión me encomendé a Dios; por las noches oraba pidiendo su iluminación, sobre todo que me guiara con el médico correcto.
La noche anterior a la intervención me entregué a Él por completo, de rodillas frente a mi Cristo que tengo en la recámara, le supliqué que no me  dejara sola, que compartiera con el cirujano su sabiduría y a la vez diera a mi alma la serenidad anhelada.
¡ÉXITO COMPLETO! Cero contratiempos, recuperación increíble. De nuevo de rodillas agradeciendo su presencia mientras rezaba con vehemencia mi rosario de la Confianza, “Señor en ti confío…” yo confié plenamente y aunque mi fe es inquebrantable, este acto de amor la fortaleció enormemente.
Sin darme cuenta había elegido un fin de semana largo, mis hijos mis hermanos, amigas y familiares llenaron de alegría mi casa, lo que me llevó a recordar que cuando se trata de dar, nadie puede a Dios ganar…
Antonieta B. de De Hoyos                              2/12/20


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