miércoles, 12 de abril de 2017

¿Y si nos volvemos contemplativos?
Por Antonieta B. de De Hoyos                     Abril 15/17
En la Misa de este domingo debemos recordar de manera especial la alegría de la Resurrección, para ello se enciende el Cirio Pascual que representa la Luz de Cristo resucitado, y permanecerá prendido hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo.
El domingo de Resurrección o de Pascua, es la fiesta más importante para todos los  católicos, ya que es con la Resurrección de Jesús cuando nuestra religión adquiere sentido.
“Si no crees en la resurrección tu fe es vana”. Y si Jesús no hubiera resucitado, sus palabras y sus promesas quedarían en el aire y lo que es peor dudaríamos que fuera realmente el Hijo de Dios.
Si tú celebras la Resurrección de Cristo, estarás celebrando también tu propia liberación, al luchar de manera constante contra el pecado y la muerte. En la resurrección está la clave de la esperanza cristiana: Jesús está vivo y está junto a mí, entonces ¿a qué le  temo?, ¿qué me preocupa? ¿Por qué no confío?
Cualquier sufrimiento o contrariedad adquiere sentido con la Resurrección, porque estamos seguros de que si hemos sido fieles a nuestra doctrina, después de una corta estancia en la tierra, llegaremos a una vida nueva y eterna, en la que gozaremos de la presencia de Dios para siempre.
La Resurrección, es fuente de profunda alegría y a partir de ella, los cristianos ya no podremos tener caras tristes, es nuestro deber mostrar al mundo nuestra inmensa alegría.
La Resurrección, es una luz para los hombres y cada cristiano debe irradiar esa misma luz, al compartir la alegría de este trascendente acontecimiento a través de nuestras  palabras, nuestro testimonio y nuestro trabajo apostólico. ¡Jesús resucitó!
Tenemos que esforzarnos en ser mejores personas como padres, hijos, amigos y con la gente que nos rodea, porque al actuar de esta manera estamos seguros de que un día resucitaremos con Cristo. Tratemos bien a todos, sin olvidarnos de la naturaleza.
Este domingo de Resurrección, haz el propósito y conviértete en un ser contemplativo; en una persona de lectura bíblica y oración constante, sin obligarte a asistir a un templo, ni esclavizarte a un horario.
Enciende un cirio, una veladora, una pequeña luz que te recuerde en casa, que mientras tengas vida, Jesús permanece de manera muy especial en tu corazón…

Los niños, adolescentes y jóvenes deben conocer esta maravillosa forma de amar a Dios, sin presiones externas, sobre todo que ese amor debe fluir desde su interior.  

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