miércoles, 23 de noviembre de 2016

Recordemos y vivamos el adviento
Por Antonieta B. de De Hoyos                                nov. /26/16 
Adviento tiene su origen en una palabra latina ¨adventus¨ qué  significa “venida”, con ella los cristianos hacemos referencia a la venida de Jesucristo, y durante las cuatro semanas previas a la Navidad nos preparamos en la esperanza y en el arrepentimiento.
El tiempo de adviento, es para los creyentes y hasta para algunos escépticos, un periodo privilegiado que invita a recordar el pasado, cuando celebramos y contemplamos el nacimiento de Jesús en Belén; a disfrutar el presente, al percibir su paz, su justicia y su amor en cada amanecer. Y por si esto fuera poco, también tenemos la oportunidad de forjar nuestro futuro, al esperar con gozo su venida, la salvación y la vida eterna.
Nadie sabe el día ni la hora, por eso la Iglesia nos invita a prepararnos para ese momento con un sincero examen de conciencia que nos conduzca a recapacitar. 
Una buena opción, sería analizar nuestra conducta pasada y actual, así sin prisas buscar el cambio necesario, a lo mejor en este intento hasta podemos ayudar a otros.
Pasamos horas en casinos de juego, en reuniones, en tiendas, en restaurantes, pero no tenemos quince minutos para Dios, ni siquiera en esta época del año. 
La verdad es que conforme nos alejamos de Dios nuestro corazón se endurece, por eso cada vez nos cuesta más trabajo servir a nuestros semejantes, entre los que incluimos a los hijos y a la esposa (o); la violencia se ha incrementado hasta desintegrar familias enteras, en la sociedad los hechos sangrientos y los suicidios han proliferado, en los apostolados y grupos de servicio a la comunidad, los voluntarios escasean, pocos se comprometen, prefieren el hastió y la soledad.
No es correcto que limitemos nuestro crecimiento espiritual al Adviento y Navidad, es impostergable cultivarlo y fortalecer el espíritu para los años venideros. 
Por lo pronto, en estos cuatro domingos acuérdate de encender una vela o una veladora, no te fijes en el color ni tamaño, ora en silencio por unos minutos, habla con Dios y apágala para evitar accidentes. Enciéndela durante la nochebuena y encomienda al Creador a tu familia, amistades y si quieres agrega al resto del mundo en esta petición de bendiciones, ten la  seguridad que serás escuchado y que tu oración espontánea será la más hermosa, porque  habrá salido desde el fondo de tu alma.
Nunca uses tu vela de adviento como decoración o por aparentar, narra a los que quieran escuchar lo acontecido en Belén, anima a gozar estos invaluables momentos de paz y agradecimiento. 
Tu casa y el pinito pueden lucir espectaculares, a lo mejor hasta se te ocurre animar el ambiente con los tradicionales villancicos, pero recuerda, si no hay un portalito y un pesebre donde acostar al niñito Jesús, no tendrás una auténtica navidad.

La publicidad, nos obliga a comprar, a bailar, a beber, a cantar, a derrochar, a buscar la alegría en el bullicio, con el propósito de distraernos de lo esencial: conocer, recordar y vivir por siempre la sabiduría del adviento. 

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