miércoles, 16 de noviembre de 2016

“La paz viene de dentro, no la busques fuera”. 
                                                                                          Buda Gautama
Por Antonieta B. de De Hoyos          

Desde tiempos remotos, sabemos que la única manera de sentirnos tranquilos y de disfrutar una verdadera paz, es siendo congruentes, obligándonos a que lo que  mostremos a los demás, sea lo que pensamos y sentimos interiormente. 
Son muchas las veces en que esbozamos una sonrisa, tratando de aparentar un estado emocional que no estamos viviendo; cuando la realidad es que por dentro nos duele hasta en el alma, lo que está sucediendo.
Son muy pocas las personas que cuando se sienten bien puedan ocultarlo, es imposible que nos encontremos satisfechos con nuestros pensamientos y emociones y no se proyecte en la mirada y en una bella sonrisa. 
Vivir a plenitud es poseer esa luz especial que despiden las personas, cuando logran que las dificultades no los conduzcan a perder por completo la calma, ellos, a pesar de las contrariedades, se sienten bien y son felices, es una felicidad auténtica, firme, que no se  trunca en los momentos adversos, sino que prevalece aun y cuando las relaciones con los demás no sean del todo agradables.
Esta felicidad tan especial, es el resultado de una buena conexión con nosotros mismos, es el conocimiento de sentirnos saciados con lo que tenemos, es en este punto cuando reconocemos que nada es indispensable, que esta vida es un regalo más y debemos aprovecharla para gozar ese bienestar que nos pertenece.
Cuando te reúnes contigo mismo, encuentras y entiendes el propósito de tu vida, examinas tus dones y te dedicas a hacer lo que te gusta, ya que para eso has recibido de Dios tus talentos, de esa manera sin darte cuenta atraes a las personas que te ayudaran a sacar de ti lo mejor, y a convertirte en un gran ser humano.
La paz no es algo que se desea, la paz se crea. 
Si no te sientes bien con lo que haces, con las personas que te rodean, ni en el lugar donde te encuentras, es tiempo de detener el paso y escuchar a tu corazón, poner atención a lo que sientes en tu interior y tomar medidas para generar cambios, replantear el rumbo y alcanzar tus metas.
Abre tus brazos a la vida, a lo importante, a lo que trasciende…
Aléjate del materialismo que consume a la persona. 
Al morir  nos llevaremos solo lo aprendido y el amor que dimos y recibimos, el resto se queda aquí: dinero, fama, hasta las personas que más queremos, busquemos ahora aquello que nos hace sonreír por dentro.  

Desechemos la falsedad, oremos y pidamos a Dios la sabiduría necesaria para no perder el camino, alejémonos de todo lo que la frívola sociedad condiciona para ser felices. 
La gente necesita paz, y esta llega cuando nuestra mente, cuerpo y espíritu se enlazan.  

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