“La paz viene de dentro, no la busques fuera”.
Buda Gautama
Por Antonieta B. de De Hoyos
Buda Gautama
Por Antonieta B. de De Hoyos
Desde tiempos remotos, sabemos que la única manera de
sentirnos tranquilos y de disfrutar una verdadera paz, es siendo congruentes, obligándonos
a que lo que mostremos a los demás, sea
lo que pensamos y sentimos interiormente.
Son muchas las veces en que esbozamos
una sonrisa, tratando de aparentar un estado emocional que no estamos viviendo;
cuando la realidad es que por dentro nos duele hasta en el alma, lo que está
sucediendo.
Son muy pocas las personas que cuando se sienten bien puedan
ocultarlo, es imposible que nos encontremos satisfechos con nuestros
pensamientos y emociones y no se proyecte en la mirada y en una bella sonrisa.
Vivir a plenitud es poseer esa luz especial que despiden las
personas, cuando logran que las dificultades no los conduzcan a perder por
completo la calma, ellos, a pesar de las contrariedades, se sienten bien y son
felices, es una felicidad auténtica, firme, que no se trunca en los
momentos adversos, sino que prevalece aun y cuando las relaciones con los demás
no sean del todo agradables.
Esta felicidad tan especial, es el resultado de una buena
conexión con nosotros mismos, es el conocimiento de sentirnos saciados con lo
que tenemos, es en este punto cuando reconocemos que nada es indispensable, que
esta vida es un regalo más y debemos aprovecharla para gozar ese bienestar que
nos pertenece.
Cuando te reúnes contigo mismo, encuentras y entiendes el
propósito de tu vida, examinas tus dones y te dedicas a hacer lo que te gusta,
ya que para eso has recibido de Dios tus talentos, de esa manera sin darte
cuenta atraes a las personas que te ayudaran a sacar de ti lo mejor, y a
convertirte en un gran ser humano.
La paz no es algo que se desea, la paz se crea.
Si no te
sientes bien con lo que haces, con las personas que te rodean, ni en el lugar
donde te encuentras, es tiempo de detener el paso y escuchar a tu corazón,
poner atención a lo que sientes en tu interior y tomar medidas para generar
cambios, replantear el rumbo y alcanzar tus metas.
Abre tus brazos a la vida, a lo importante, a lo que
trasciende…
Aléjate del materialismo que consume a la persona.
Al morir
nos llevaremos solo lo aprendido y el amor que dimos y recibimos, el resto se
queda aquí: dinero, fama, hasta las personas que más queremos, busquemos ahora
aquello que nos hace sonreír por dentro.
Desechemos la falsedad, oremos y pidamos a Dios la sabiduría
necesaria para no perder el camino, alejémonos de todo lo que la frívola
sociedad condiciona para ser felices.
La gente necesita paz, y esta llega
cuando nuestra mente, cuerpo y espíritu se enlazan.
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