miércoles, 8 de junio de 2016

El más bello de los cumpleaños. 
Por Antonieta B. de De Hoyos                  junio/16
Trece de junio, día de San Antonio de Padua, fecha memorable para los católicos en la que tuve la dicha de nacer, hace siete décadas; años en los que Dios me ha bendecido con una larga existencia que jamás creí merecer. 
Por supuesto que me doy cuenta de que estoy envejeciendo, que mi rostro y mi cuerpo se van transformando, lo positivo es que el aparentar juventud ya no me preocupa, ahora lo esencial es que estoy de pie sobre la tierra y gracias a la bondad divina, con leves achaques característicos de la vejez,
Por fin he descubierto el verdadero valor del tiempo y veo con alegría, que aún estoy en condiciones de ser y hacer lo que quiero, obvio que con ciertas limitaciones y aunque muchos no lo crean, disfruto como nunca antes mis horas de soledad, silencios en los que puedo reflexionar sobre lo que he vivido, pero sobre todo agradecer con humildad las bendiciones recibidas, tanto en etapas de  dolor como de felicidad.
Estoy contenta con lo que he sido, pero mucho más por la ocasión que tengo de prepararme y de disponer mi espíritu para ese encuentro maravilloso con la eternidad. Cada mañana cuando vislumbro la luz del día, siento que es otra oportunidad que se me da para ayudar a mis semejantes.
Este día tan especial, quiero celebrar aquellas épocas difíciles que creí imposibles de superar, pero ¡lo hice! Me siento muy orgullosa de la vida que he tenido, de las muchas bendiciones recibidas y de las dificultades que me fortalecieron. 
Es muy grato caminar con la frente en alto, sentir el corazón feliz porque se aprendió de los errores. Eso sí, ni un minuto más despilfarrado en tonterías, hoy quiero gozar sin prisas de la naturaleza en todo su esplendor, en especial del amanecer y del atardecer, porque es en esos apacibles momentos cuando Dios nos acaricia; nos felicita o nos consuela.
De aquí en adelante compartiré con los demás mi entusiasmo por la vida, haré sonreír y reír a alguien que necesita salir de su nostalgia, bendeciré a todos los que estén cerca de mi o distantes, a los que conozco y a los que no conozco, caminaré un kilómetro más para realizar una buena obra, diré palabras bonitas y abrazaré con ternura. 
Animaré al triste, a los que amo les repetiré hasta el cansancio lo que significan en mi vida, nunca volveré a preocuparme por lo que no tengo y agradeceré intensamente lo que poseo. La firmeza de mi fe me conduce a aceptar a cada instante su voluntad, lo que me garantiza que todo irá bien.
Esta noche alabaré a Dios por sostenerme de su mano durante todos estos años, tiempo en el que, de acuerdo a lo aprendido, traté de hacer las cosas lo mejor posible. Y aunque estoy arrepentida, tengo que aceptar las veces que por inmadurez cometí equívocos.

Emprenderé mi último viaje con El a mi lado, porque confío plenamente en su infinita misericordia; pero por lo pronto seguiré entusiasmada con mis proyectos de vida y fabricaré ilusiones, quizás mañana pudiera ser el mejor día.

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