jueves, 20 de agosto de 2015


Mi corazón fue hecho para Ti

La historia de esta mujer removió los cimientos de mi vida espiritual, me hizo pensar en algo que desde mi comodidad había olvidado. Gabriela Chávez se casó por lo civil hace ocho años con Cesar Ayala que era divorciado, y aunque viven con la tristeza de no poder comulgar no lo asumen como discriminación, van a Misa y acercan a sus hijos a la fe; reconocen que el no poder comulgar es sumamente duro para ellos, sobre todo el postrarse ante Dios y contenerse para no correr a abrazarlo.

Sientes su amor, su presencia, su bendición, su bondad, su consuelo y fortaleza, por que a través de tu fe las recibes, pero se sufre al no poder acercarte a Dios tanto como quisieras. A veces demasiado tarde, comprendemos que la vida se compone de actos realizados, y que cada uno de ellos trae sus consecuencias. Sería injusto pretender culpar a la Iglesia de nuestros errores y exigir que ésta se acomode a nuestras decisiones, bajo el pretexto de una mal entendida misericordia.

Dice Gabriela: “Sé que Dios dispondrá en su tiempo perfecto, el día que lo podamos recibir en Eucaristía, quizás con un corazón mucho más preparado”. Tienen cuatro hermosos hijos y quieren darles el mejor de los ejemplos, es por eso que se abstienen de recibir la comunión en estas circunstancias. 

El Derecho Canónico, con el deseo de ayudar a los divorciados y vueltos a casar a superar tan delicada situación, ofrece a todos los bautizados la alegría de servir a la iglesia haciendo uso de sus derechos, por ejemplo: el derecho a evangelizar, a recibir de los pastores la palabra de Dios, a expresar sus opiniones y necesidades, a rendir culto a Dios, a orar e ir a Misa, a tener iniciativas apostólicas como fundar asociaciones de caridad, a convivir con pastores y fieles, a alcanzar la santidad, a promover la justicia social y la compasión, a educar a los hijos en la fe y a contribuir con dinero a la iglesia.

Después de leer este articulo, no pude evitar el meditar sobre la situación que viven estos cristianos, algunos para su infortunio víctimas de su destino. De inmediato pensé en todas aquellas parejas  que están juntos sin amor, que se faltan al respeto, que anidan en su corazón odio y rencor, pero que, por continuar en matrimonio tienen derecho a recibir la eucaristía cuando les plazca. Gabriela y Cesar son cristianos ejemplares, tal como lo exige nuestra doctrina: se aman, se respetan, inculcan en sus hijos el amor a Dios; pero tendrán que esperar hasta que uno de los dos fallezca para comulgar.

El caos materialista que envuelve a la humanidad, ha ido secando el autentico amor de Cristo, las apariencias hoy son el pasaporte a la eternidad. ¿Será  posible que en pleno tercer milenio cuando más confianza tenemos en el amor de Dios, sigamos juzgando con tanta dureza los errores de nuestros hermanos? Yo creo que cada corazón  fue hecho por Él y para Él, y que a pesar de los obstáculos que se presenten, al final de los tiempos todos los corazones sin distinción, descansarán en Él.

 Antonieta B. de De Hoyos.        Agosto 22/15.

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