jueves, 13 de agosto de 2015


Las pesadillas y su lado  bueno.

Son  varias las ocasiones en que durante alguna charla salen a relucir las pesadillas, esos sueños inesperados que nos inquietan de manera sobrenatural. Por lo regular pensamos que las vivimos por estar pasando una racha estresante o de mucha exigencia, tanto en el trabajo como en el hogar.

Lo cierto es que a la hora de dormir, no podemos dejar de pensar en las preocupaciones y los asuntos que dejamos pendientes durante el día, lo que trae como consecuencia una mala noche, en la que nos despertamos en medio de una pesadilla.

Lo curioso es que de acuerdo a algunos especialistas, las ansiedades y los miedos cuando se transforman en pesadillas, pueden ayudar al cerebro a procesar estas emociones. Desafortunadamente la mayoría de nosotros creemos que las pesadillas se harán realidad, mas no es así; lo que vemos y percibimos en nuestros sueños no son reales, pero las emociones que provocan estos sueños si lo son. El investigador  especializado en psicología social Sander Van Der Linden en la revista Scientific American, lo plantea.  

Los sueños nos ayudan a encauzar las emociones, decodificándolas y construyendo recuerdos con ellas, así durante las pesadillas, el cerebro transforma nuestros miedos y preocupaciones imprecisas en historias que reemplazan a las emociones que las provocaron, de ese modo para el cerebro, es más fácil manejar los recuerdos que las ansiedades. Este mecanismo cumple un rol clave ya que de no resolver los sentimientos negativos, nuestros niveles de preocupación se elevarían.

Las pesadillas suelen ser más habituales durante la niñez, sin embargo, cerca del 50% de los adultos las experimentamos de vez en cuando. El comer justo antes de ir a dormir, (aumenta el metabolismo del cuerpo y la actividad cerebral), las enfermedades como la fiebre, la muerte de un ser querido, los efectos secundarios de una droga o medicamento, la apnea de sueño o problemas respiratorios y el consumo excesivo de sustancias como el alcohol, son algunos causantes. De todas formas, en el 60 % de los casos, el estrés y la ansiedad son los que más provocan las pesadillas.

Su frecuencia podría disminuir si estas fueran el resultado de una enfermedad o una medicación en particular, porque el especialista tendría la posibilidad de cambiar la dosis o el tipo de droga prescrita y evitar de esa manera los efectos secundarios indeseados. Pero, si las pesadillas son producto de la ansiedad o de afecciones como la depresión o el estrés postraumático, sería conveniente practicar ejercicio físico regularmente, yoga o meditación y respetar un horario de alimentación y sueño.

Hacía años que no sufría una pesadilla, pero desde que un problemilla existencial ronda por mi cabeza no he podido conciliar el sueño, creo que es tiempo de que tome en cuenta alguno o todos estos conejos.

Por Antonieta B. de De Hoyos                agosto 15/15

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