Las pesadillas y su lado bueno.
Son varias las ocasiones en que durante alguna
charla salen a relucir las pesadillas, esos sueños inesperados que nos
inquietan de manera sobrenatural. Por lo regular pensamos que las vivimos por
estar pasando una racha estresante o de mucha exigencia, tanto en el trabajo
como en el hogar.
Lo cierto es que a la hora de
dormir, no podemos dejar de pensar en las preocupaciones y los asuntos que
dejamos pendientes durante el día, lo que trae como consecuencia una mala
noche, en la que nos despertamos en medio de una pesadilla.
Lo curioso es que de acuerdo
a algunos especialistas, las ansiedades y los miedos cuando se transforman en pesadillas,
pueden ayudar al cerebro a procesar estas emociones. Desafortunadamente la
mayoría de nosotros creemos que las pesadillas se harán realidad, mas no es
así; lo que vemos y percibimos en nuestros sueños no son reales, pero las
emociones que provocan estos sueños si lo son. El investigador especializado en psicología social Sander Van
Der Linden en la revista Scientific American, lo plantea.
Los sueños nos ayudan a encauzar
las emociones, decodificándolas y construyendo recuerdos con ellas, así durante
las pesadillas, el cerebro transforma nuestros miedos y preocupaciones imprecisas
en historias que reemplazan a las emociones que las provocaron, de ese modo para
el cerebro, es más fácil manejar los recuerdos que las ansiedades. Este
mecanismo cumple un rol clave ya que de no resolver los sentimientos negativos,
nuestros niveles de preocupación se elevarían.
Las pesadillas suelen ser más
habituales durante la niñez, sin embargo, cerca del 50% de los adultos las experimentamos
de vez en cuando. El comer justo antes de ir a dormir, (aumenta el metabolismo
del cuerpo y la actividad cerebral), las enfermedades como la fiebre, la muerte
de un ser querido, los efectos secundarios de una droga o medicamento, la apnea
de sueño o problemas respiratorios y el consumo excesivo de sustancias como el
alcohol, son algunos causantes. De todas formas, en el 60 % de los casos, el
estrés y la ansiedad son los que más provocan las pesadillas.
Su frecuencia podría
disminuir si estas fueran el resultado de una enfermedad o una medicación en
particular, porque el especialista tendría la posibilidad de cambiar la dosis o
el tipo de droga prescrita y evitar de esa manera los efectos secundarios
indeseados. Pero, si las pesadillas son producto de la ansiedad o de afecciones
como la depresión o el estrés postraumático, sería conveniente practicar
ejercicio físico regularmente, yoga o meditación y respetar un horario de
alimentación y sueño.
Hacía años que no sufría una
pesadilla, pero desde que un problemilla existencial ronda por mi cabeza no he
podido conciliar el sueño, creo que es tiempo de que tome en cuenta alguno o
todos estos conejos.
Por Antonieta B. de De
Hoyos agosto 15/15
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