viernes, 4 de abril de 2014


La lealtad, un valor olvidado.

De verdad que aterra la manera como se comportan algunos políticos, funcionarios públicos y empresarios en la actualidad; conductas deshonestas que llegamos a conocer, cuando no se ponen de acuerdo con los medios. Siempre ha habido sinvergüenzas, mal nacidos como se decía antes, lo peligroso es que están proliferando, casi podría asegurar que hoy superan la media. Es cierto que no estamos de acuerdo, pero con nuestra indiferencia dejamos espacio para que los más jóvenes vean como natural la bajeza y la corrupción. Enriquecerse a costa de la pobreza de otros es una ruindad, que no perdona Dios. 

¿Que sucedió? ¿Por qué cundió esta falta de ética personal? Vayamos directo al lugar donde se fabrican los nuevos ciudadanos: el hogar.

Pero antes definamos lo que significa la lealtad. Este es uno de los valores sociales que ayuda a tener conciencia de los actos y decisiones que tomamos cada día. Lealtad es defender siempre, en la pobreza y en la riqueza, lo que creemos y en quienes creemos.  Cuando se practica la lealtad las personas hablan con absoluta sinceridad, lo que permite reconocer aciertos, errores y dejar al descubierto los actos de deslealtad.

Para poder ejercerla se debe ser firme en las ideas, compromisos, valores o instituciones, conducta que debe infundirse desde los primeros años de vida. La persona leal inspira confianza a través de sus actos, porque en ellos hay congruencia, hace lo que dice, la falsedad y el ardid no están en su vocabulario.

La credibilidad, la constancia y el dar seguridad, jamás se ponen en duda, son parte de los hábitos nobles. Comportarse de acuerdo a la ética es primordial en las personas leales, ellas valoran en mucho la palabra empeñada, el compromiso y la promesa, igual que como lo hacían nuestros antepasados. 

No podemos seguir en la tolerancia de lo intolerable, urge reorientar a la sociedad, tenemos que infundir en nuestros hijos lo benéfico que es para la salud física, mental y espiritual el vivir la virtud de la lealtad. El mundo de la política y los negocios, se desboronan por la deslealtad que les ha invadido. Reavivemos ese compromiso de lealtad que debe existir dentro de la familia, proceder que dará buenos frutos a la sociedad.

La lealtad hay que practicarla con los amigos, compañeros de escuela, de equipo. Cuando se es sincero, generoso, honrado, participativo, nuestra vida adquiere un concepto más elevado, muy por encima de las cosas que nos puede dar el acumular dinero.

La deslealtad y la traición son anti-valores que han cundido en la sociedad por descuido, por eso hoy existe la posibilidad de retomar la sanción estipulada en la Constitución, para los cada vez mas frecuentes traidores a la patria. 

Antonieta B. de De Hoyos                                                  Abril 5/14

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