miércoles, 21 de agosto de 2019


Lo que nuestros padres nos enseñaron.    
Sin lugar a dudas es dentro de la familia, donde conocemos las primeras reglas que nos ayudan a ser mejores personas, mismas que son trasmitidas de padres a hijos por varias generaciones. Recuerdo muy bien todas estas recomendaciones que casi sin sentirlo quedaban grabadas en la memoria. En décadas pasadas aprendimos que en la vida nada es casualidad que todo es el  resultado de la forma en que nos comportamos, las tristezas y las alegrías dependen de nuestras acciones, pensamientos y sentimientos.
Antes sabíamos muy bien cuando merecíamos un premio o un castigo, que lo que se siembra se recoge y que lo malo siempre regresa multiplicado. Con  estas humildes reglas  nos enseñaron a ser  responsables de lo que hacíamos, a utilizar la libertad para crear lo que quisiéramos sabiendo que de acuerdo a lo elegido después seríamos juzgados.
Aprendimos a aceptar la realidad y a cambiar lo que fuera posible, por ejemplo: el egoísmo, el apego a lo material, la dependencia a ciertas personas, y que para lograrlo teníamos que mirar hacia nuestro interior, ver debilidades, defectos y superarlos.   
Nuestros padres nos dejaron claro que este cambio es personal, no en los demás ni en los lugares o cosas que nos rodean. Lo triste es que hoy se educa para lo exterior, todos ansían lo que no tienen y lo que tiene el otro.  
La responsabilidad la fortalecieron desde la infancia, aprendimos que de ella depende la felicidad de los que amamos y a estar atentos a lo que decimos, hacemos y callamos.   
También nos dijeron que somos como un collar de perlas, si una se rompe las demás se desprenden, que cada paso que damos es el resultado de lo hecho, las decisiones presentes afectan a las futuras lo que significa que debemos ser prudentes. 
Fueron firmes al recomendarnos no pensar en dos cosas o más a la vez, porque de ese modo se pierde el camino y nos volvemos inseguros e irritables, la clave es estar atentos con mente y corazón si queremos adquirir sabiduría.
Con su ejemplo nos mostraron que quien da a los demás aquello que es suyo, ofrece parte de su energía positiva que de inmediato se regresa. Aprendimos a olvidar, a no vivir anclados en el pasado, a disfrutar el presente, a vivir siempre en el aquí y en él ahora.  
Conocimos que nada es nuevo bajo el sol, que todo se repite hasta que aprendemos las lecciones que nos lleven al camino correcto. A tener presente que cada paso que demos debe darse sin hacer daño, que nada llega por qué sí, que  cada uno forja su propio destino. El presente y futuro se labran con propio esfuerzo, voluntad y determinación.
Nuestros padres nos educaron en la fuerza e iluminación que debemos poner en todo lo que hacemos, sabiendo que los sueños bien soñados, tarde o temprano se realizan. 
¡Gracias!
Antonieta B. de De Hoyos                                8/21/19


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