El amor no muere ¡lo
matamos!
Hace ya varios años que
leí algo referente al banco de emociones, pero en aquella ocasión era en forma generalizada
hacia las personas, con una ligera acentuación en la relación entre padres e hijos
Fue hasta 1977 cuando
el Dr. Harley desarrolló un concepto parecido. “El Banco Emocional del Amor” donde
explica la forma en que este sentimiento nosotros mismos lo creamos y lo
destruimos. Dice que cada experiencia que tenemos con nuestro cónyuge, afecta
el saldo emocional en nuestro Banco del Amor.
A través de los días,
semanas, meses y años, casi sin darnos cuenta depositamos o retiramos en este
banco emocional, lo conveniente sería hacer depósitos ya que de esa manera nos
sentimos felices y amados, en cambio cuando abusamos de los retiros nos
sentimos infelices, frustrados.
Las relaciones que
están a punto del fracaso tienen su cuenta del Amor vacía, por eso de inmediato se presentan el odio, la indiferencia
y la apatía. Como prevención analicemos estos seis malos hábitos.
Las exigencias.-
Forzar al cónyuge a hacer algo, a base de amenazas o castigos si se niega hacerlo.
Las quejas
condenatorias.-Tratar de cambiar la manera de pensar,
de ser, creencias y comportamiento del cónyuge, con regaños, críticas,
amenazas, sarcasmo y ridiculizar.
Los arranques de ira.-
Herir al cónyuge para castigarlo o darle
una lección con gritos, humillaciones, maltrato físico y crueldad mental.
La deshonestidad.-
No decirle al cónyuge lo que piensas, lo que sientes, tus gustos o disgustos, tu
historia pasada, actividades diarias, planes futuros, ocultar información o falsearla.
Las costumbres ofensivas
que
te molestan.- Su mala postura, sus hábitos al comer, su despectivo tono
de voz, su forma de vestir, sus hábitos de higiene, su arraigado feminismo o machismo,
etc.
Las conductas independientes.-
Hacer cosas sin tomar en cuenta los sentimientos del cónyuge, planear actividades
sin pedir opinión.
Sin duda alguna la diferencia
entre éxito y fracaso en la relación, lo marca el recibir o no la educación en la sensibilidad y cortesía en
los años infantiles y adolescentes, a lo que debemos agregar con gran pesar los
actos violentos que se viven en familia, experiencias que afloran en la adultez
y saturan de retiros la relación.
Yo me pregunto: ¿Cómo, le
hicieron las parejas de antaño (hoy todavía algunas) para que a pesar de todo siguieran
unidas y amándose hasta la muerte? Podría asegurar que fue la firmeza de vida espiritual de uno o ambos y
su maravillosa comunicación con Dios. Reactivemos el amor, hagamos más depósitos
que retiros, ¡Seamos felices!
Antonieta B. de De Hoyos 4/17/19
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