jueves, 12 de julio de 2018



El enorme poder de las palabras.
Mientras buscaba algo para leer, me encontré con esta acertada recomendación, “Tengamos cuidado con lo que decimos pero sobre todo con lo que escuchamos”. Nunca consideré importante, el que cada uno de nosotros conociéramos el tremendo poder que tienen nuestras palabras, poderío que a veces puede ser de vida o muerte.
 …Hace unos días me levanté completamente desanimada, pensando incluso que mi estancia sobre la tierra ya estaba de más, recordé que mis hijos ya tenían su familia formada y que gracias a sus profesiones la economía en sus hogares estaba en equilibrio. Mis nietos tenían un gran futuro en el que yo, ya no figuraba. Más la vida debía continuar, había que ir al supermercado, mi ánimo no me daba para eso pero el refrigerador y la alacena estaban vacíos. Fue por eso que aunque la imagen reflejada en el espejo no era muy atractiva, me esmeré en mi maquillaje, me vestí como acostumbro y de pasada para atajar el sol candente, me puse mi sombrero de paja tipo tejano que tengo desde hace varias décadas y me dirigí a la cochera. A la entrada de la tienda un señor muy humilde se me acerco con cautela y me dijo…“Perdone señora mi atrevimiento pero se ve usted muy guapa, debería tomarse una foto” estuve a punto de revelarle mi edad, pero mi orgullo femenino me lo impidió. Le di las gracias de una manera muy efusiva, porque sus amables palabras era lo que menos esperaba escuchar, precisamente en los momentos en que mi espíritu estaba tan quebrantado...
En cualquier momento, a veces sin darnos cuenta decimos palabras que roban a los demás su seguridad, su confianza en sí mismos y en el mundo que los rodea, palabras que les disuaden a seguir luchando en tiempos difíciles.
Mi  experiencia vivida, comprueba el gran poder que tienen las palabras sin importar el nivel  de quien las profiere, estas sencillas palabras lo dejaron de manifiesto.
Una voz de aliento a alguien que está en una etapa de abandono, puede ayudarle a terminar de manera espléndida su día, -como me sucedió a mí-, mientras que una palabra negativa  destruye por completo a la persona, sin importar edad ni sexo.
Es necesario hacer una pausa y pensar muy bien antes de hablar, pero mucho más importante es aprender a deshacernos de lo que nos dicen y que nos lastima, ya que en no pocas ocasiones el escucharlas, nos ha llevado a tomar decisiones equivocadas.
Aun así, es preciso calcular bien lo que se va a decir. La reputación y la carrera, al igual que el éxito o el fracaso en las relaciones personales, dependen a veces de la forma en que hablamos.
Las palabras son una ventana que permite a los demás ver el interior de las personas,  descubrir su verdadero yo, porque al hablar se reflejan los sentimientos, pensamientos y emociones que nos caracterizan, por eso es vital examinar a conciencia nuestra forma de expresarnos, tenemos que calcular la fuerza de lo que estamos diciendo o, que nos están diciendo, y considerar las consecuencias. Mejoremos nuestra forma de hablar, mejorando nuestros pensamientos.  
Antonieta B. de De Hoyos                                             7/18/18.


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