¡Vayamos al novenario!
Por Antonieta B. de De Hoyos 12/ 16/17
Están a punto de dar inicio
los rosarios y las misas en honor del Niñito Jesús, acontecimiento al que por
muchos años me quedé con la intención de asistir. Pudiera ser una excentricidad
mía, pero desde siempre he sentido una gran inclinación por orar al amanecer,
plegarias que llenan mi espíritu de paz y esperanza por lo que depare el día
para mi familia y para mí.
De todas formas armándome de
valor, (no por lo que signifique levantarme temprano a eso estoy
acostumbrada), sino por el frio y el temor a salir de casa con las
calles desiertas y oscuras, aun así he logrado en varias ocasiones darme el
lujo de asistir y vivir tan maravillosa experiencia, quizás por eso es que
aunque llueva o haga frio, siempre escucho la primera misa dominical.
Hace unos días, más de seis
millones de personas entre niños, adultos y ancianos, acudieron a la Basílica
en la ciudad de México a cantar las mañanitas a la Morenita del Tepeyac, sin
importar las distancias caminadas, ni las inclemencias del clima se postraron ante
el altar a rendirle pleitesía. Juntos con inmensa fe, algunos con lágrimas en
sus ojos, agradecieron la ayuda recibida
en lo próspero y en lo adverso pero sobre todo el milagro de que su familia
permanece unida. Los mexicanos somos fieles a nues- tra devoción y estamos tan
seguros de ella, que la comunicamos sin ninguna reserva.
Lo mejor es que si se le
presenta la oportunidad de asistir a este novenario, solo o en compañía
¡hágalo! También si quiere, organice una sencilla posadita tradicional en casa
o en el barrio. Recuerdo que en mi época de
estudiante en la ciudad de
Saltillo, asistí a varias. Colocaban en una charola cubierta de
colaciones, imágenes en cerámica deMaría sentada sobre el burrito y a José
tirando de él, mientras los presentes simulando peregrinos, entonábamos los
clásicos versos que sirven para pedir posada, al final repartían sabroso
champurrado y tamales.
Ya no es posible perder el
tiempo, tenemos que apurarnos a trasmitir nuestra fe a todos los que nos
rodean, porque los escépticos que aún no la comprenden, siguen empeñados en que
la perdamos.
Esta vez proclamemos al mundo
con gran orgullo nuestras tradiciones y nuestra fe, aclaremos que esta alegría
no se basa tan solo en buenos deseos y obsequios, sino en encontrar en la paz y
en el silencio de los días previos al nacimiento de Jesús, esa pasión
indescriptible que bulle en los corazones, momentos en los que renovamos esa
energía que fortalece el espíritu y nos invita a ser felices, sin importar la
situación en la que nos encontremos, y además nos mueve a ayudar al próximo, a
perdonar y a pedir perdón con humildad.
Si nada se interpone, acudiré
al novenario, me apremia recargar mis baterías para continuar con entusiasmo
hasta el final, contando por supuesto con el apoyo de Dios.
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