miércoles, 13 de diciembre de 2017

¡Vayamos al novenario!
Por Antonieta B. de De Hoyos                               12/ 16/17
   Están a punto de dar inicio los rosarios y las misas en honor del Niñito Jesús, acontecimiento al que por muchos años me quedé con la intención de asistir. Pudiera ser una excentricidad mía, pero desde siempre he sentido una gran inclinación por orar al amanecer, plegarias que llenan mi espíritu de paz y esperanza por lo que depare el día para mi familia y para mí.
   De todas formas armándome de valor, (no por lo que signifique levantarme temprano a  eso estoy  acostumbrada), sino por el frio y el temor a salir de casa con las calles desiertas y oscuras, aun así he logrado en varias ocasiones darme el lujo de asistir y vivir tan maravillosa experiencia, quizás por eso es que aunque llueva o haga frio, siempre escucho la primera misa dominical.
   Hace unos días, más de seis millones de personas entre niños, adultos y ancianos, acudieron a la Basílica en la ciudad de México a cantar las mañanitas a la Morenita del Tepeyac, sin importar las distancias caminadas, ni las inclemencias del clima se postraron ante el altar a rendirle pleitesía. Juntos con inmensa fe, algunos con lágrimas en sus ojos,  agradecieron la ayuda recibida en lo próspero y en lo adverso pero sobre todo el milagro de que su familia permanece unida. Los mexicanos somos fieles a nues- tra devoción y estamos tan seguros de ella, que la comunicamos sin ninguna reserva.
   Lo mejor es que si se le presenta la oportunidad de asistir a este novenario, solo o en compañía ¡hágalo! También si quiere, organice una sencilla posadita tradicional en casa o en el barrio. Recuerdo que en mi época de  estudiante en la ciudad de  Saltillo, asistí a varias. Colocaban en una charola cubierta de colaciones, imágenes en cerámica deMaría sentada sobre el burrito y a José tirando de él, mientras los presentes simulando peregrinos, entonábamos los clásicos versos que sirven para pedir posada, al final repartían sabroso champurrado y tamales. 
   Ya no es posible perder el tiempo, tenemos que apurarnos a trasmitir nuestra fe a todos los que nos rodean, porque los escépticos que aún no la comprenden, siguen empeñados en que la perdamos.
   Esta vez proclamemos al mundo con gran orgullo nuestras tradiciones y nuestra fe, aclaremos que esta alegría no se basa tan solo en buenos deseos y obsequios, sino en encontrar en la paz y en el silencio de los días previos al nacimiento de Jesús, esa pasión indescriptible que bulle en los corazones, momentos en los que renovamos esa energía que fortalece el espíritu y nos invita a ser felices, sin importar la situación en la que nos encontremos, y además nos mueve a ayudar al próximo, a perdonar y a pedir perdón con humildad.

   Si nada se interpone, acudiré al novenario, me apremia recargar mis baterías para continuar con entusiasmo hasta el final, contando por supuesto con el apoyo de Dios. 

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