miércoles, 1 de febrero de 2017

Si esto se aprendiera en casa.
Por Antonieta B. de De Hoyos                                febrero 4/1017
Es verdad que en algunas ocasiones, en un día tranquilo, sentimos ganas de cambiar, de ir a algún lugar desconocido, de hacer algo diferente, importante y hasta divertido… Pero no sabemos cómo, porque en casa durante la infancia y la adolescencia nuestros padres no nos motivaron a hacerlo, y no por negligencia, sino porque a ellos tampoco se les enseñó.
Cambiar la rutina y nuestra forma de ser por tantos años cuesta mucho trabajo, aunque los expertos dicen, que si practicamos con constancia por un mes las siguientes sugerencias, veremos pronto lo bello que es la vida cuando se aprende a administrarla.
Primero que nada, hay que dejar de relacionarse con las personas equivocadas, apáticas, negativas, y de obstinarse en estar con alguien que no te valora; acércate a los que de verdad te aman y que están contigo, en las buenas y en las malas.
Después, acepta que huir de los problemas no es la solución, es preciso enfrentarlos aun y cuando pudiéramos salir lastimados, lo mejor, es que siempre dejan una lección que nos ayuda a ser mejores, recuerda que el tiempo lo cura todo.
La orden es, ser honesto con los demás y con uno mismo, y cumplir de inmediato lo encomendado. Jamás aparentar lo que no se es, ni cambiar por agradar a otros, en el fondo la gente aprecia la autenticidad. 
Lo pasado, ya pasó, cierra círculos y sigue adelante. 
No temas equivocarte, porque en el error se encuentra el camino correcto. Busca la felicidad dentro de ti, en las pequeñas cosas que no puedes comprar: el amor, la paz interior y un trabajo que te apasione.
Aprovecha las experiencias que te saquen de la comodidad, porque progresar implica riesgos y toma de decisiones. Sé cauto al elegir a tus amistades y no busques compañía por soledad, recuerda que lo que ha de ser será y si no era lo que esperabas, date otra oportunidad. 
Nada de celos, cuenta tus propias bendiciones, evita competir con todos, deja de quejarte.
Los altibajos templan el carácter, busca lo positivo, ¡mírate! hoy eres más fuerte que ayer. Aleja los resentimientos, perdona y libérate, guíate por lo que dice tu corazón. 
Descansa, hay ocasiones en que se necesita un descanso para pensar con claridad, olvídate del perfeccionismo, pero esfuérzate en hacer cosas extraordinarias.

No es sano que te obligues a mostrarte siempre fuerte, ni que te rijas por lo que piensen los demás, llora si quieres. Sé responsable de tus actos sin culpar a nadie, piensa que no puedes hacer todo por todos, ayuda, si eso te hace feliz. 
Basta de preocupaciones innecesarias porque éstas le quitan felicidad a tu día, sueña cosas hermosas, porque los sueños se cumplen. 
Y no seas ingrato, sin interesar como te haya ido, agradece a Dios el don de la vida.

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