La
trascendente espiritualidad de mamá
Ser mamá ha sido y es
un desafío constante desafío en el desarrollo integral de los hijos –físico,
mental y emocional- porque es con su actitud inteligente y generosa que promueve
su crecimiento en todas las etapas de su vida
La figura de mamá se ha
distinguido por la entrega amorosa, incondicional y creadora de valores aun y
cuando, los tiempos modernos la llevan en ocasiones a enfrentar sola esta ardua
tarea; ya como madre soltera,
divorciada, separada, viuda o abandonada.
Ser mamá y educadora exige
responsabilidad, es un compromiso que la obliga a renunciar a
actividades, que podrían haberle redituado éxitos profesionales. La mamá
que ama, prodiga atenciones, cuidados, satisface necesidades, acepta respetuosa las características del espíritu de
su hijo, conduce con firmeza y afecto hacia el desarrollo de los valores éticos
y principios morales que corresponden a una persona de bien. Instruye basada en
los conocimientos aprendidos, en la sabiduría que le trasmitieron sus
antepasados y en sus propias experiencias vividas en el plano humano y en el
espiritual.
Mamá promueve en los
hijos el aprendizaje continuo y aprueba la toma de decisiones cuando se les presentan
problemas, con el propósito de desarrollar en ellos su capacidad de pensar,
sentir y actuar. Cuando mamá les acompaña en este camino, que deben andar para refinar virtudes y superar tendencias
erróneas, cumple con su máxima función educadora al ofrecerles ese sentido de
la vida, que les lleve a progresar y a
un futuro mejor.
Mamá intuye, investiga
y descubre observando las acciones y actitudes de su hijo, es en ese estar en
contacto con su espíritu, lo que le permite conocer sus características
espirituales, que más tarde le lleven al conocimiento de su propia
personalidad. Mamá cuando ama de verdad, es capaz de luchar contra las
adversidades hasta agotar sus fuerzas físicas, incluso olvidándose muchas veces
de ella misma, de sus deseos o anhelos de realización personal sin considéralos
sacrificio.
A mamá, la familia y la
sociedad le demandan demasiadas cosas. Algunas se dedican al hogar, con el
único deseo de compartir con la familia un ambiente limpio y ordenado, labor
rutinaria que requiere de una sobrenatural generosidad.
Otras aunque laboran
fuera de casa, también se esmeran en inculcar las virtudes y valores con su
ejemplo, quieren sentirse orgullosas de sus hijos, por eso les enseñan a comportarse
correctamente en sus relaciones familiares y en sociedad.
Es con el esfuerzo de
mamá que ellos conocen la diferencia entre el bien y el mal, aprenden a vivir
en armonía, desarrollan la solidaridad, los talentos, gustos y hábitos, que les
forjan una vida personal, en la que cumplen con los compromisos del espíritu y son
felices. Una mamá así es insustituible.
Antonieta B. de De
Hoyos mayo 7/16
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