miércoles, 4 de mayo de 2016

La trascendente  espiritualidad de mamá
Ser mamá ha sido y es un desafío constante desafío en el desarrollo integral de los hijos –físico, mental y emocional- porque es con su actitud inteligente y generosa que promueve su crecimiento en todas las etapas de su vida
La figura de mamá se ha distinguido por la entrega amorosa, incondicional y creadora de valores aun y cuando, los tiempos modernos la llevan en ocasiones a enfrentar sola esta ardua tarea; ya  como madre soltera, divorciada, separada, viuda o abandonada.
Ser mamá y educadora exige responsabilidad, es un compromiso que la obliga a   renunciar a  actividades, que podrían haberle redituado éxitos profesionales. La mamá que ama, prodiga atenciones, cuidados, satisface necesidades, acepta  respetuosa las características del espíritu de su hijo, conduce con firmeza y afecto hacia el desarrollo de los valores éticos y principios morales que corresponden a una persona de bien. Instruye basada en los conocimientos aprendidos, en la sabiduría que le trasmitieron sus antepasados y en sus propias experiencias vividas en el plano humano y en el espiritual.
Mamá promueve en los hijos el aprendizaje continuo y aprueba la toma de decisiones cuando se les presentan problemas, con el propósito de desarrollar en ellos su capacidad de pensar, sentir y actuar. Cuando mamá les acompaña en este camino, que deben andar  para refinar virtudes y superar tendencias erróneas, cumple con su máxima función educadora al ofrecerles ese sentido de la vida, que les lleve  a progresar y a un futuro mejor.
Mamá intuye, investiga y descubre observando las acciones y actitudes de su hijo, es en ese estar en contacto con su espíritu, lo que le permite conocer sus características espirituales, que más tarde le lleven al conocimiento de su propia personalidad. Mamá cuando ama de verdad, es capaz de luchar contra las adversidades hasta agotar sus fuerzas físicas, incluso olvidándose muchas veces de ella misma, de sus deseos o anhelos de realización personal sin considéralos sacrificio.
A mamá, la familia y la sociedad le demandan demasiadas cosas. Algunas se dedican al hogar, con el único deseo de compartir con la familia un ambiente limpio y ordenado, labor rutinaria que requiere de una sobrenatural generosidad.  
Otras aunque laboran fuera de casa, también se esmeran en inculcar las virtudes y valores con su ejemplo, quieren sentirse orgullosas de sus hijos, por eso les enseñan a comportarse correctamente en sus relaciones familiares y en sociedad.   
Es con el esfuerzo de mamá que ellos conocen la diferencia entre el bien y el mal, aprenden a vivir en armonía, desarrollan la solidaridad, los talentos, gustos y hábitos,  que  les forjan una vida personal, en la que cumplen con los compromisos del espíritu y son felices. Una mamá así es insustituible.

Antonieta B. de De Hoyos                     mayo 7/16

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