Mamá y ama de casa de tiempo
completo.
Este segundo domingo de
noviembre se celebra el día del ama de casa en Piedras Negras, tiempo especial
para recordar su invaluable labor en bien de la sociedad. Es una lástima que en
las últimas décadas la tecnología y la globalización de las ideas, hayan insensibilizado
tanto la vida familiar, razón por la que hoy se necesita firmeza de carácter
para preservar el amor, la fidelidad, la entrega y la relación con Dios en el
matrimonio. Lo bueno es que a pesar de falsedades, tentaciones y
contrariedades, la madre y ama de casa de tiempo completo, continúa vigente en
este tercer milenio.
Pero, ¿qué hace esta mujer
todo el día en su casa? Yo sé lo que hace porque fui y sigo siendo ama de casa,
me consta que este agotador oficio, exige el conocimiento empírico de varias
profesiones sin pago alguno y poco reconocimiento. Recuerdo que mis quehaceres
empezaban al amanecer y se terminaban entrada la noche y si quedaba algo
pendiente el sueño se me dificultaba.
Todo lo que pasa en casa, lo
solucionamos rápido y sin ayuda: los berrinches de los hijos, los raspones,
torceduras cortadas y chipotes, los pleitos a la hora de la comida, la
rivalidad entre hermanos, hasta el llanto desesperado del bebé. Hay ocasiones
en que sentimos que las fuerzas se acaban y el trabajo no termina, es como un
círculo vicioso; comprar alimentos, prepararlos, tratar de que los coman, limpiar
el tiradero en el piso, lavar trastes, organizar la cocina y en tres horas
volver a lo mismo, algo así como el cuento de nunca acabar, yo limpio tú ensucias,
yo recojo tú tiras.
Jamás, tenemos un tiempo de
privacidad, por lo regular comemos de pie mientras servimos, por eso cuando
llega el desaliento nos preguntamos si vale la pena tanto esfuerzo, a la vez
que imaginamos a las amigas que trabajan fuera, disfrutando una tacita de café.
No podemos evitar llorar (por dentro), cuando el esposo llega cansado a casa y
se recuesta en el sofá, justo cuando ansiamos un relevo. Hacemos milagros con
el gasto diario, pero nunca sobra nada para nosotras, es ahí cuando añoramos la
independencia económica que disfrutábamos en la soltería.
Solo otra madre y ama de casa,
sabe lo que es estar a cargo de varios niños en desarrollo, veinticuatro horas
diarias los 365 días del año, labor que se multiplica en la medida que crecen.
Esperar un fin de semana de asueto o un horario de salida es una quimera. Eso de ¡Gracias a Dios es viernes¡ no va con
nostras, porque aunque no haya clases los días transcurren igual.
Dios en su misericordia, nos
otorgó un poder sobrenatural para sobrevivir hasta que los hijos salen en busca
de su destino y el esposo se jubila. Es entonces que contactamos a las
amistades relegadas, nos levantamos tarde, vamos al cine, de compras, al salón
de belleza, charlamos con el esposo. Nos sentimos plenas porque no desistimos
en la misión, nuestra relación con Dios es excelente. Lo único que empaña este
gozo es el no tener la vitalidad de aquella juventud, para servir como
quisiéramos a nuestros nietos.
Antonieta B. de De Hoyos 7 /11/15
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