Necesitamos
recobrar la cordura.
De verdad que fue doloroso,
quizás un dolor tan intenso que no me es posible describirlo. Fue durante el
periodo vacacional cuando se me ocurrió buscar por internet a nivel mundial, la
mayor información que pudiera sobre la destrucción que los seres humanos
realizan en contra del planeta. Mi asombro no tuvo límite, llegó incluso a
producirme náuseas el enterarme de esta crítica situación, y no se necesita ser
profeta para vaticinar el futuro que nos espera.
No puedo concebir que los
gobiernos estén de acuerdo en esta devastación, quiero mejor pensar que son
obligados por las mafias transnacionales, fue esa sumisión, esa impotencia que
afecta a nuestros mandatarios, la que provocó que mis ojos se llenaran de
lágrimas.
Como ambientalista que soy, me
esfuerzo porque mi espíritu no decaiga pues solo de esa manera puedo seguir
considerando como valioso, ese granito de arena que aportamos en pro del medio
ambiente, día con día todos los ciudadanos desde el anonimato.
Hace unos meses mi hijo que
radica en Los Ángeles, California, U.S.A. me envío unas fotos de un bosque
cercano que fue a visitar en compañía de su familia; estaba admirado de
la belleza y la longevidad de esos árboles; mas de dos mil años de edad, con
una altura que rebasa los cincuenta metros y un tronco cuya circunferencia solo
puede ser abarcada con ocho personas tomadas de sus manos, se llaman “secuoyas
gigantes”.
Pero cuál no sería mi sorpresa
que ahora en abril, recibo la noticia vía internet de que algunos de esos
árboles están siendo talados. Ver tirado, inerme, a un ser vivo de ese
descomunal tamaño, no puede dejarnos indiferentes.
Imaginemos la cantidad de
tempestades, inundaciones, temblores, incendios, sequías que tuvo que sortear
para no morir, para que hoy de un solo golpe, con maquinaria pesada, un hombre
sin escrúpulos de la orden de derribarlo, con la estúpida justificación de que
servirá para fabricar muebles.
¿Qué está sucediendo en
Estados Unidos? ¿Por qué su gobierno permite tanta perforación en sus tierras
para le extracción de gas, sabiendo que en ello va la vida de sus habitantes?
Una nación tan admirada
mundialmente por los adelantos científicos y tecnológicos que posee, por su
acervo cultural, por su lucha constante en atesorar las reservas naturales, sus
ríos, sus lugares históricos, ahora da el visto bueno para destruir un regalo
divino.
A veces quisiera no enterarme de nada y vivir la vida
con frivolidad, pero si estoy en esto, es porque alguien así lo ha decidido.
Seguiré insistiendo en no cortar árboles, en plantar cuanta vegetación podamos,
urge llamar a la lluvia y arreglar nuestros arroyos.
Fomentemos la educación ambiental en nuestros
hijos, porqué solo la ética y la bravura de los jóvenes logrará frenar esta
masiva destrucción. Ellos retomaran la cordura que los ambiciosos y los
sometidos han perdido, tienen que despertar de ese atontamiento social,
que solo les ofrece vivir para el fin de semana y el reventón.
Por Antonieta B. de De
Hoyos
abril 26/14
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