sábado, 24 de mayo de 2014


Necesitamos recobrar la cordura.

De verdad que fue doloroso, quizás un dolor tan intenso que no me es posible describirlo. Fue durante el periodo vacacional cuando se me ocurrió buscar por internet a nivel mundial, la mayor información que pudiera sobre la destrucción que los seres humanos realizan en contra del planeta. Mi asombro no tuvo límite, llegó incluso a producirme náuseas el enterarme de esta crítica situación, y no se necesita ser profeta para vaticinar el futuro que nos espera. 

No puedo concebir que los gobiernos estén de acuerdo en esta devastación, quiero mejor pensar que son obligados por las mafias transnacionales, fue esa sumisión, esa impotencia que afecta a nuestros mandatarios, la que provocó que mis ojos se llenaran de lágrimas.

Como ambientalista que soy, me esfuerzo porque mi espíritu no decaiga pues solo de esa manera puedo seguir considerando como valioso, ese granito de arena que aportamos en pro del medio ambiente, día con día todos los ciudadanos desde el anonimato.

Hace unos meses mi hijo que radica en Los Ángeles, California, U.S.A. me envío unas fotos de un bosque cercano que fue a visitar  en compañía de su familia; estaba admirado de la belleza y la longevidad de esos árboles; mas de dos mil años de edad, con una altura que rebasa los cincuenta metros y un tronco cuya circunferencia solo puede ser abarcada con ocho personas tomadas de sus manos, se llaman “secuoyas gigantes”.

Pero cuál no sería mi sorpresa que ahora en abril, recibo la noticia vía internet de que algunos de esos árboles están siendo talados. Ver tirado, inerme, a un ser vivo de ese  descomunal tamaño, no puede dejarnos indiferentes.

Imaginemos la cantidad de tempestades, inundaciones, temblores, incendios, sequías que tuvo que sortear para no morir, para que hoy de un solo golpe, con maquinaria pesada, un hombre sin escrúpulos de la orden de derribarlo, con la estúpida justificación de que servirá para fabricar muebles.

¿Qué está sucediendo en Estados Unidos? ¿Por qué su gobierno permite tanta perforación en sus tierras para le extracción de gas, sabiendo que en ello va la vida de sus habitantes?

Una  nación tan admirada mundialmente por los adelantos científicos y tecnológicos que posee, por su acervo cultural, por su lucha constante en atesorar las reservas naturales, sus ríos, sus lugares históricos, ahora da el visto bueno para destruir un regalo divino.

A veces quisiera no enterarme de nada y vivir la vida con frivolidad, pero si estoy en esto, es porque alguien así lo ha decidido. Seguiré insistiendo en no cortar árboles, en plantar cuanta vegetación podamos, urge llamar a la lluvia y arreglar nuestros arroyos.

Fomentemos  la educación ambiental en nuestros hijos, porqué solo la ética y la bravura de los jóvenes logrará frenar esta masiva destrucción. Ellos retomaran la cordura que los ambiciosos y los sometidos han perdido, tienen que despertar de  ese atontamiento social, que solo les ofrece vivir para el fin de semana y el reventón.  

Por Antonieta B. de De Hoyos                                                abril 26/14 

 

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