La fortaleza que infunde, es
incomparable.
Cuando vi la pintura de
Millet llamada Ángelus, mi alma se estremeció. Es una obra maestra en la que
manifiesta su adhesión al Realismo (1859). Millet muestra a dos campesinos
orando y dando gracias a Dios, por la cosecha obtenida con el sudor y el
esfuerzo de muchos días. El hombre y la mujer agachan piadosamente las cabezas,
agarrando él su sombrero y ella llevando sus manos al pecho. A sus pies está la
cesta con los frutos y los aperos de labor. La escena se desarrolla al
atardecer y consiguió transmitir en aquellos años y ahora, la espiritualidad de
los trabajadores.
Esto trajo a mi mente la
“Hora del Ángelus”, que desde hace varios años algunas radiodifusoras locales
trasmiten al mediodía, también hay algunas parroquias en las que se tocan las
doce campanadas y al término, interpretan la hermosa melodía del Ave María. Las
primeras veces lo oí por casualidad, pero cuando me di cuenta de la forma en
que mi cotidianidad se iba transformando al escucharlo, empecé a estar
pendiente de él y no me da pena decir que en mi privacidad me persigno y
arrodillo.
El Ángelus consta de tres
bellas expresiones: “El Ángel anunció a María y concibió por obra del Espíritu
Santo”; “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”; “El
verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. Es de origen Franciscano y fue
hecho en honor del misterio de la Encarnación, esencia del cristianismo, el
cual concluye con una piadosa oración…“Derrama
Señor tu gracia sobre nosotros que, por el anuncio del Ángel hemos conocido la
encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz, a la gloria
de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Es una lástima que en la
radio solo se trasmita de lunes a viernes y que hayan omitido la oración final.
La diversidad de creencias nos lleva por caminos diferentes hacia un mismo
Creador. El Papa Francisco, pide orar y que la oración sea el lazo de unión
entre los seres humanos. Llámese como se llame, es una sola fe que promueve los
más nobles sentimientos, activa el amor al prójimo y fortalece el alma. Todo
aquel que haga el bien, que comparta lo que tiene con los más pobres y que
busque la sencillez de la vida buena, tiene la bendición de Dios.
El Ángelus nos invita a pensar,
a sentir, a ser persona, a percibir el espíritu de Dios durante las horas de
trabajo, y a consagrarnos a Él al anochecer. Orar unos minutos en soledad,
sincerarte, entregarte a Dios; es gozar con anticipación de la presencia
divina. A partir de hoy cuando escuches el Ángelus, si te es posible detén tu apresurado andar, persígnate y en silencio agradece a Dios el
don de la vida.
Mt-14-23 Despedida la multitud, subió al
monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo.
Antonieta B. de De Hoyos Feb. 8/14
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