¿Que
más nos espera?
Las
políticas de austeridad contra la crisis financiera que se extiende por el
mundo parecen estar llegando a límites surrealistas. Así se desprende, al
menos, de la ‘idea’ del titular de Finanzas del nuevo gobierno de Japón, Taro Aso,
quien pidió a los ancianos del país que “se den prisa en morir” para que de
esta manera el estado nipón no tenga que pagar su atención médica. “Dios no quiera que ustedes se vean obligados
a vivir cuando quieran morir, yo me despertaría sintiéndome mal sabiendo que
todo mi tratamiento médico, está pagado por el Gobierno“, dijo Aso durante una
reunión del Consejo Nacional sobre la reforma de la Seguridad Social, según
informa el diario británico The Guardian. “El problema no se resolverá a menos
que ustedes se den prisa en morir“, remachó.
Este
señor que tiene 72 años de edad y
también ejerce como vice primer ministro, se mostró contrario a los cuidados
paliativos. “Yo no necesito ese tipo de atención“, enfatizó el dirigente en
declaraciones citadas por la prensa local, agregando incluso que ha escrito una
nota en la que instruye a su familia para, llegado el momento, no prolongar su
vida con tratamiento médico. El ministro fue un poco más allá en su ofensa al
referirse a los ancianos que ya no pueden alimentarse por sí mismos, como
“gente de tubo”. Estas declaraciones han
sido recibidas como un insulto en un país con una sensibilidad especial hacia
la tercera edad, la familia japonesa agradece y venera a los ancianos,
protegiéndolos y dándoles felicidad hasta el último día. Casi una cuarta parte de sus 128 millones de
habitantes son mayores de 60 años. (ElMundo.es).
Era
tarde cuando leí esta noticia, que ha corrido como reguero de pólvora alrededor
del mundo, y que nos obliga a reflexionar, a observar con detenimiento y
seriedad los sentimientos que prevalecen en el ser humano del tercer milenio.
La
ciencia se ha tornado cruelmente comercial, los grandes emporios de
laboratorios y enseres médicos ven en cada enfermo, sin importar edad, desde un
recién nacido hasta un enfermo terminal su gran negocio. Alargar la existencia
aun y cuando los pronósticos no sean favorables es la más ruin oferta y demanda
hospitalaria.
La
quiebra en el sector salud, también tiene sus orígenes en la tremenda
corrupción existente entre gobernantes y empresarios que, como aves de rapiña
acrecientan impunemente sus fortunas. Las palabras de Taro Aso suenan duras,
insensibles, y lo que es peor, denotan el gran desequilibrio que entre materia
y espíritu sufre la humanidad.
Es
necesario detenernos, escuchar esa voz interior y luchar porque el amor hacia
nuestros semejantes y hacia nosotros mismos brote de nuevo. Sabemos que vamos a
morir, razón por la que en nuestras oraciones diarias suplicamos a Dios que sea
con dignidad, pero sobre todo, que contemos con la bendita benevolencia de los
que nos despiden.
Antonieta
B. De Hoyos Enero 23/13.
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