La
teoría de las ventanas rotas.
Cuando
recibí este correo electrónico no le di
importancia, fue después cuando lo adapté a la vida diaria, que me di cuenta de
su gran significado. El vidrio roto en un edificio o en un auto, trasmite la
idea de deterioro, desinterés, abandono; muestra un rompimiento con códigos de
convivencia, es la ausencia de ley, de normas o reglas que deben existir en
toda relación humana.
Si
en un edificio o en una casa se rompe un vidrio y nadie lo repara, muy pronto
estarán rotos los demás. Aparentemente este hecho no es relevante, pero a
partir de la indiferencia, el desorden, el descuido y la suciedad, se empiezan
a generar delitos, al principio
pequeños, familiares; mas tarde mayores que llevan hasta con la policía.
Si la sociedad permite delitos menores como:
pasarse una luz roja, excederse en la velocidad, estacionarse en lugar
prohibido, etc., y en el hogar se consiente faltar a la escuela, decir majaderías, golpear, etc.
estas faltas sin sancionar son el principio de la destrucción. Por eso cuando los
parques o espacios públicos son dañados constantemente y la autoridad no toma
cartas en el asunto, pronto la gente los abandona y los deja a merced de los
malvivientes.
La
sociedad se desintegra por la falta de apego a los valores universales, la
falta de respeto entre sociedad y autoridad, la corrupción en todos los
niveles, la falta de educación y normas de
urbanidad; lo que trae como consecuencia un país, una ciudad y una enorme
cantidad de casas con muchas ventanas rotas, que nadie está dispuesto a
reparar.
Desde
el punto de vista criminológico, el delito es mayor en los lugares donde el
descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato imperan. El reto está en crear
comunidades limpias, ordenadas, respetuosas de la ley y de códigos básicos para
la convivencia humana.
Cuando
en el hogar se retoman los buenos hábitos alimenticios, se evita decir malas
palabras, no se miente, se aceptan las consecuencias de los actos, con valor y
responsabilidad, agregando además una buena dosis de educación a los pequeños,
cambia en mucho lo que antes se había hecho mal.
La
verdad es que una vez que se dejan de respetar los valores universales, todo
comienza a deteriorarse con asombrosa rapidez. Por eso, si en una empresa, club
de diversión, hogar o templo de oración, las autoridades y supervisores
descuidan los comportamientos éticos de los colaboradores y asistentes, el
ambiente del lugar se contamina.
Si
se engaña, se trata con indiferencia, se deja que cunda el chisme, la decadencia
está asegurada. Observemos la zona en donde vivimos, trabajamos, divertimos y
oramos, ¿se practica ahí la teoría de las ventanas rotas? Pues a repararlas
antes de que sea demasiado tarde. La impunidad es la peor de las ventanas
rotas, no la dejemos entrar.
Antonieta
B. de De Hoyos
Ene. 19/13.
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