miércoles, 11 de abril de 2018


En la vida…
    Por Antonieta B. de De Hoyos                                                                     4/14/18
   Cuando una persona me dice que no le gusta leer, que muy apenas hojea el periódico, o de vez en cuando alguna revista que cae en sus manos, me da una profunda tristeza. Es cierto que hay lecturas vanas, que no sirven para nada, que no dejan nada bueno en la memoria; pero la mayoría, si sabes elegir, te das cuenta de inmediato que te enriquecen, porque tu vocabulario aumenta de forma increíble y tu imaginación sale del letargo, se desborda. Pero lo más importante es, que casi sin darte cuenta tu cultura se acrecienta, tu nivel intelectual se eleva, comprendes mejor las cosas que suceden y a las personas que te rodean.
   Por eso, ahora que leí este valioso artículo, me di cuenta de que bien vale la pena el esfuerzo que se realiza, cuando te decides a leer.
   Lo primero que indica, es reconocer que en la vida ni se gana ni se pierde, ni se fracasa ni se triunfa; se aprende, se crece, se descubre; se escribe, borra y reescribe; se hila, se deshila y se vuelve a hilar. Las maravillas que nos ofrece la vida, crecen despacio y en silencio.
   Pero la más importante de esas características es aprender a CRECER. Esto se logra cuando aceptamos la realidad y con aplomo la vivimos, cuando somos firmes en nuestros ideales y los defendemos, cuando asumimos el destino y lo modificamos si es necesario, cuando miramos sin rencor el pasado, fundando el presente y proyectando el futuro, cuando aprendemos a valorarnos y a valorar  a los demás, cuando defendemos la verdad, cuando la conciencia va acorde con los dictados del corazón y de la mente.
   Aprendemos a CRECER, cuando somos felices escuchando y ayudando a los demás sin esperar nada a cambio, cuando descartamos el cinismo, la cobardía y somos congruentes en todas las circunstancias.
   CRECEMOS, cuando nos respetamos y somos bondadosos, cuando decimos con sinceridad “gracias”, “me equivoqué”, “te amo”, cuando enfrentamos el otoño y el invierno a pesar  de perder hojas y temblar de frio.
   CRECEMOS, cuando ante una mirada hostil o un gesto agresivo respondemos con una sonrisa, cuando nos liberamos de rencores, mentiras y vanidades, cuando volamos como las águilas, nos mantenemos de pie como los árboles y nos iluminamos como una estrella, cuando sabemos que somos capaces de hacer realidad nuestros deseos, cuando amamos, toleramos, lloramos y si es preciso  renunciamos.
   Se CRECE, cuando sabemos que todo lo podemos hacer hasta el último instante de nuestra vida y  doblemente, cuando agradecemos a Dios el haberlo permitido.  

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