jueves, 18 de octubre de 2012


Un bello mensaje en tiempos violentos.

Cuando leí el artículo del Sacerdote Jesuita Ismael Bárcenas, de inmediato me llevó a la reflexión y a la paz que tanto necesitaba, por eso decidí hacer de él una pequeña adaptación.

Es verdad que en el mundo existen muchas religiones, y que cada una tiene sus ritos, historias y tradiciones heredadas, pero Dios es simplemente Dios, a pesar de recibir diferentes nombres. Algunas veces la gente deposita su confianza en santos, medallas, estampitas o novenas milagrosas, llegando incluso a usarlos como amuletos. Pero, acaso por poseerlos, ¿somos mejores personas?

Lo primero que debemos hacer es revisar la imagen que tenemos de Dios. ¿Pensamos acaso que es alguien que castiga, manda males, exige sacrificios y tiene todos los hilos del mundo en sus manos? Ese es un dios primitivo de algún viejo testamento: dice el sacerdote Jesuita. La realidad es que la vida es frágil, pende de un hilo y a cada instante estamos expuestos al sufrimiento, a la muerte, no somos eternos, algún día de algo tendremos que morir.

El mal es una amenaza de muerte, de dolor, de destrucción y sufrimiento, pero si el mal existe es como resultado de la libertad que goza el ser humano, está, por el poder de libre albedrio que recibimos de Dios, al grado de que si queremos, podemos hacer del mal un estilo de vida. Dios creó al mundo si, pero lo hizo autónomo para que funcione con sus propias leyes, lo mismo hizo con la naturaleza.

¿Dónde está Dios cuando sucede una desgracia? Dios está en los ahorcados, en los acribillados y en todas las violaciones, injusticias e inhumanidades de este mundo, Dios está sufriendo con nosotros, soportando con nosotros, acompañándonos en la lucha contra el mal.

Pero ¿Cómo entender la presencia de Dios en el mundo actual? En primer lugar no es alguien que intervenga ni manipule, el Dios de la verdad es un Padre Bueno que crea seres libres, esto a veces, es lo más difícil de comprender; aceptar nuestra  propia responsabilidad.

Dios se juega la vida con nosotros, es un Dios que se pone en nuestras manos, es el Todopoderoso que se despoja de su poder a  favor del libre albedrío del mundo y de las personas.  Dios retrocede para que la persona ejerza su libertad.

Tenemos que cambiar de imagen de Dios y de idea de espiritualidad. Dejar de pensar en el Dios que hace todo en el mundo, y pensar en un Dios que crea nuestro interior, que le da sentido y orientación a nuestra vida. Que no toma el mando de las cosas ni sustituye nuestra libertad. Dios no nos soluciona nada, pero nos acompaña siempre.

Esta es la base de la verdadera espiritualidad. Dios se acerca a nosotros, lucha a nuestro lado contra el mal y contra el sufrimiento, contra lo que nos destruye, contra la inseguridad. El siempre mantiene su condición de Amor Creador, que construye, que sostiene, que alienta, que impulsa y que acompaña: pero nunca nos infantiliza, siempre nos invita a asumir la libertad y la responsabilidad. Al terminar de leerlo, se disiparon mis dudas.

Antonieta B. de De Hoyos                        octubre 10/12

 

No hay comentarios: