“Yo quiero…”
Navegando
por el internet me encontré un video que la verdad no me sorprendió, por el
contrario pienso que es una situación que
la sociedad civil y la sociedad médica se habían tardado en cuestionar, por eso
me pareció interesante que los lectores la conocieran.
El
video muestra a una mujer madura, agotada pero serena, que se encuentra
recostada en la recámara de su casa, en etapa terminal de cáncer de colon.
En
el año 2008 el Gobierno del Distrito Federal publicó un decreto por medio del
cual, se expide la Ley de voluntad anticipada, para todos aquellos pacientes
que se encuentren en etapa terminal. Con esta nueva ley queda regulada la voluntad de cualquier persona,
respecto a la negativa de someterse a medios, tratamientos o procedimientos
médicos que pretendan prolongar de
manera innecesaria su vida.
Hoy,
gracias a este decreto, ya no es necesario firmar esta ley ante un notario. Si
estás hospitalizado, puedes acceder a este formato y anotar sin ningún temor, las
decisiones que has tomado sobre tu
cuerpo.
El
Instituto Nacional de Cancerología, está aplicando el formato conocido como “Yo
quiero” emparejado a la voluntad anticipada, otorgando de inmediato el
tratamiento paliativo que se requiere. Una vez que el dolor y el sufrimiento
han sido paliados, controlados, disminuidos; se pregunta al paciente que desea de ahí en adelante. Este formato
sirve además para que la familia se entere de lo que quiere el paciente, y
respete su voluntad.
Hasta
este día, solo en el hospital de Cancerología se tiene preparada de antemano toda
una documentación para empoderar al paciente, para darle el valor y la
autonomía que le permita decidir de
acuerdo a su economía, intereses, estilo y calidad de vida, lo que desea.
El
enfermo, tiene también la oportunidad de elegir entre la familia, a la persona
que quiere que le represente para emitir de viva voz lo que él pretende.
Lo
esencial es que la mayoría de los mexicanos, tengamos la suficiente información
acerca de este nuevo decreto y que los hospitales en general, pronto lo
apliquen y tomen conciencia de lo que el enfermo quiere para sí mismo.
Cuando
le preguntaron a la Sra. Heréndira que significaba para ella dignidad, con una
ligera sonrisa contestó: “morir en paz, morir como cada uno quiere”.
Esta
creo yo, es la decisión más significativa que una persona puede plantearse, ya
que para lograrlo, debe poseer una inmensa fe en Dios y un enorme deseo de aceptar
su voluntad, por dolorosa que esta sea.
Antonieta
B. de De Hoyos Septiembre 5/12
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