La ciber-dependencia.
Este
es un reportaje que apareció en el periódico francés “Le Monde”, y llama la
atención por referirse a la decisión que han tomado la mayoría de los empleados
de Apple, Google y de otras empresas de Silicon Valley, de inscribir a sus
hijos en colegios donde las tecnologías estén ausentes. La búsqueda de colegios
que limiten el uso de tecnologías es ahora la tendencia.
Silicon
(silicio) alude a la alta concentración de industrias en la zona, relacionadas
con los semiconductores (chips) y las computadoras. Valley, se refiere al Valle
de Santa Clara y sus alrededores, al norte de la Bahía de San Francisco,
California USA, lugar donde se ubica un enorme parque industrial, que reúne
empresas y profesionales productores de la más alta y moderna tecnología a
nivel mundial.
La
ciber-dependencia, es una de las patologías surgidas en época reciente,
directamente relacionada con el uso de las tecnologías de la información y de
la comunicación y consiste, en un sufrimiento o miedo desmedido a estar
‘desconectado’, fuera de línea, sin acceso a internet.
Lo
sorprendente, es que sean los creadores de estas redes, los que desean que sus
hijos vayan a colegios “desconectados”. “Nosotros- dice Pierre Lambert, uno de
los cerebros de Microsoft- sabemos mejor
que nadie, que la computadora no es más que una herramienta, que para aprender
a escribir es importante poder efectuar grandes movimientos coordinados, que
las matemáticas pasan por la visualización del espacio, y que la pantalla
perturba el aprendizaje a la vez que disminuye las experiencias físicas y
emocionales”.
Waldorf
School, es un colegio privado cuyo alumnado está compuesto por tres cuartas
partes de hijos de trabajadores de la industria de las tecnologías e internet. Ahí
la enseñanza se apoya en instrumentos tradicionales como: el pizarrón, el gis,
los lapiceros y los cuadernos de papel, que se requieren para escribir a mano.
Pero
lo realmente preocupante son los efectos patológicos en el campo pedagógico,
sobre todo la pereza y la dispersión mental, así como la incapacidad para el
desarrollo de habilidades. En Estados Unidos y en Europa los colegios que no
dispongan o que limiten el uso de tecnologías, son los más buscados en la
actualidad por las clases acomodadas.
Los
‘pobres’ de la tecnología son los que están obligados a pasar horas frente a la
computadora, a responder de inmediato un correo electrónico o un mensaje de
texto. Los privilegiados en el siglo XXI,
son aquellos que tienen la posibilidad de alejarse de ella.
En
esta disyuntiva lo que debe prevalecer es la cordura, el término medio; ni el
uso exagerado que obstaculice la educación de los hijos, ni su ausencia total
que les condene al retroceso y a la ignorancia, porque no debemos olvidar que vivimos
en la era de la tecnología, información y comunicación.
Antonieta
B. de De Hoyos sept. 19/12.
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