miércoles, 30 de noviembre de 2011

¿Sabe usted lo que es el Camino Santo?
Me gusta la temporada de adviento, la disfruto casi como la Nochebuena y la Navidad. Me encanta leer reflexiones de grandes personajes místicos o seglares como por ejemplo: narrativas, historias bíblicas y experiencias de la vida real que lleven en si la espiritualidad. Fue en ese continuo leer, que conocí el significado de lo que es ser Camino Santo.
En el Evangelio de San Lucas se narra un pasaje en el que Jesucristo cura a un paralítico. Un hombre que estaba espiritualmente atado, un hombre sin esperanzas. Ese paralitico en sentido figurado somos nosotros, porque todos, de alguna forma o de otra, sufrimos esta parálisis que nos impide crecer en la fe, estamos atorados en nuestra existencia. 
Jesús está dispuesto a curarnos; Él es la esperanza que nos va a sanar. Sin embargo, para que pueda realizarse esta esperanza, hace falta alguien que prepare el camino para que el alma paralitica pueda encontrarse con el Señor. Y ese alguien que prepara el camino, son esas personas que se dan cuenta que no pueden acercarse a Jesús, que no pueden pasar y tienen que subir al tejado, quitar las tejas, bajar al enfermo y ponerlo delante de Cristo. El milagro no se hubiera realizado sin la ayuda de esas personas.  A veces nos olvidamos de que los milagros de Dios, no curan solo el cuerpo paralítico, sino también sanan el alma paralítica.
Generalmente el camino del Señor no se prepara solo. La mayoría de los caminos de Dios necesitan de precursores, de gente que vaya delante haciéndolo; para eso cada uno de nosotros debe tener un corazón de precursor, de guía,  que en primer lugar acepte esta misión y acepte que va a ser él quien logre que Cristo llegue a otros corazones. Y en segundo lugar, debe poner todos los medios necesarios para que esta misión se realice.
Pero de nada sirve que nos demos cuenta de las necesidades de los hombres, ni de que sepamos cómo arreglar la situación, si no hacemos nada. Hay mucha gente que habla y nunca actúa. Debemos ayudar al otro a preparar su camino, sin olvidarnos de preparar el propio.
El camino del que se habla es del camino espiritual, ese camino por donde tiene que pasar Dios para llegar a los hombres, mismo camino por donde los hombres llegaran a Él.
¿Cómo puedo ser precursor si no tengo en mi corazón a Dios? ¿Cómo revelar la esperanza si carezco de ella? ¿Cómo asegurar que Cristo va a solucionar sus problemas si  yo no me esfuerzo en poner mis problemas en Él?  Si yo quiero que Cristo pase a través de mí a los hombres y que los hombres lleguen a través de mí a Jesucristo, necesito ser ese Camino Santo y reconocer que por este camino no pueden andar los que se apartan de Dios: los que dejan de hacer obras de caridad, los flojos, los comodinos, los que no hacen el bien, los que desperdician el tiempo en banalidades, los necios que no escuchan lo que Dios quiere de cada uno de ellos.
El Adviento es ser capaces de que el Señor venga a nuestra casa y, como precursores poder ayudar a que los demás se preparen para que también llegue a la suya.
Antonieta B de De Hoyos                                                               nov. 23/11

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