viernes, 19 de julio de 2013


¿Qué hemos hecho?.. Irresponsables al máximo.

Para la mayoría de las personas que fuimos educadas a mediados del siglo que recién terminó, la responsabilidad era un factor importante en el desarrollo de los niños. Nuestros padres se esmeraron bastante en no darnos todo lo que queríamos, aunque hubiera solvencia económica. Pero sobre todo, evitaron caer en el error de dar a los hijos esos lujos, que no se encontraban dentro del presupuesto familiar. Constantemente nos recordaban, que todo lo que deseáramos debíamos ganarlo con nuestro propio esfuerzo, sin perder de vista la honestidad. Sobre todo aquellas reglas infalibles: lo que rompes, pegas; lo que ensucias, limpias; lo que abres, cierras; etc. Creo que mi generación creció bajo este fuerte sentido de responsabilidad, a pesar de las  tristes excepciones, en las que por el descuido de los padres los hijos fracasaron al hacerse independientes.

Recordé lo anterior por la cantidad de mujeres, unas aún niñas, otras adolescentes y jóvenes, incluso algunas ya mayores que se ven unidas por un mismo pesar; saberse embarazadas cuando menos lo deseaban. Según las estadísticas nacionales estamos excedidos en seis millones de niños, que no se tenían contemplados en la segunda década del tercer milenio, y si ya de por sí la cifra vaticinada era escalofriante ahora gracias a la irresponsabilidad humana, serán mucho más los que no encuentren su sitio en el área laboral, económica, social y afectiva. 

Hace varios años, vi una película con tintes futuristas que me impresionó, en el filme  los gobiernos de varios países europeos acordaron una nueva ley como medida extrema en  el control de la natalidad. La mujer pariría solo un hijo y de no acatar el mandato, se le arrebataría el recién nacido y se le castigaría a trabajos forzados por el resto de su vida. Según algunos economistas, el planeta produce el alimento suficiente para todos pero es  limitado, a esta precaria situación debemos agregar la ambición desmedida de los poderosos, que no se tocan el corazón para despojar a los más  débiles.

Es necesario que en los hogares se retome la educación en la responsabilidad y se deje claro, que la práctica de la sexualidad debe ser un acto sensato. Para la sociedad es apremiante que se forjen desde edad temprana, hombres y mujeres comprometidos con sus acciones, porque en la actualidad sería una crueldad permanecer indiferentes ante la ola de siniestros que sufren los jóvenes a causa de su ignorancia: discapacidades por accidentes, adicciones, SIDA, vandalismo, encarcelamientos, muerte prematura y más.

Cuando no educas en la virtud de la castidad, cometes la peor de las irresponsabilidades, y es por esa omisión, que ahora nos vemos obligados a aconsejar a criaturas el uso de anticonceptivos. Ni un niño más abandonado, maltratado, hambriento o asesinado. Ni uno más a merced de adultos sin escrúpulos a los que su futuro poco les importa, condenándolos así a un sombrío destino en el que para sobrevivir, deben ejercer oficios poco dignos o someterse a los pervertidos.

Antonieta B. de de Hoyos                       julio 17/13

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