¿Qué hemos hecho?..
Irresponsables al máximo.
Para la mayoría de las
personas que fuimos educadas a mediados del siglo que recién terminó, la
responsabilidad era un factor importante en el desarrollo de los niños.
Nuestros padres se esmeraron bastante en no darnos todo lo que queríamos, aunque
hubiera solvencia económica. Pero sobre todo, evitaron caer en el error de dar
a los hijos esos lujos, que no se encontraban dentro del presupuesto familiar.
Constantemente nos recordaban, que todo lo que deseáramos debíamos ganarlo con
nuestro propio esfuerzo, sin perder de vista la honestidad. Sobre todo aquellas
reglas infalibles: lo que rompes, pegas; lo que ensucias, limpias; lo que
abres, cierras; etc. Creo que mi generación creció bajo este fuerte sentido de
responsabilidad, a pesar de las tristes
excepciones, en las que por el descuido de los padres los hijos fracasaron al
hacerse independientes.
Recordé lo anterior por la
cantidad de mujeres, unas aún niñas, otras adolescentes y jóvenes, incluso
algunas ya mayores que se ven unidas por un mismo pesar; saberse embarazadas
cuando menos lo deseaban. Según las estadísticas nacionales estamos excedidos
en seis millones de niños, que no se tenían contemplados en la segunda década
del tercer milenio, y si ya de por sí la cifra vaticinada era escalofriante
ahora gracias a la irresponsabilidad humana, serán mucho más los que no
encuentren su sitio en el área laboral, económica, social y afectiva.
Hace varios años, vi una
película con tintes futuristas que me impresionó, en el filme los gobiernos de varios países europeos
acordaron una nueva ley como medida extrema en
el control de la natalidad. La mujer pariría solo un hijo y de no acatar
el mandato, se le arrebataría el recién nacido y se le castigaría a trabajos
forzados por el resto de su vida. Según algunos economistas, el planeta produce
el alimento suficiente para todos pero es
limitado, a esta precaria situación debemos agregar la ambición
desmedida de los poderosos, que no se tocan el corazón para despojar a los más débiles.
Es necesario que en los hogares
se retome la educación en la responsabilidad y se deje claro, que la práctica
de la sexualidad debe ser un acto sensato. Para la sociedad es apremiante que
se forjen desde edad temprana, hombres y mujeres comprometidos con sus
acciones, porque en la actualidad sería una crueldad permanecer indiferentes
ante la ola de siniestros que sufren los jóvenes a causa de su ignorancia:
discapacidades por accidentes, adicciones, SIDA, vandalismo, encarcelamientos,
muerte prematura y más.
Cuando no educas en la virtud
de la castidad, cometes la peor de las irresponsabilidades, y es por esa
omisión, que ahora nos vemos obligados a aconsejar a criaturas el uso de
anticonceptivos. Ni un niño más abandonado, maltratado, hambriento o asesinado.
Ni uno más a merced de adultos sin escrúpulos a los que su futuro poco les
importa, condenándolos así a un sombrío destino en el que para sobrevivir,
deben ejercer oficios poco dignos o someterse a los pervertidos.
Antonieta B. de de Hoyos julio 17/13
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